Mi
época de esceptiscimo religioso fue muy cercana, de hecho a veces me cuesta creer que se
existaen un ser superior que creo todo, es que esa fantasía me huele a
Santa Claus, un hombre que inventamos para hacernos más felices, como
nuestro amigo imaginario. Así cada día esa fe se esfumó... cuando le
cuento esto a los que creen, me compadecen muy tristes, por mi
"opción"... me molesta lo que mencionaba al principio... el derecho a
propiedad que tienen los religiosos de lo "bueno"... como si el hecho de
no ser creyente es parte del mal, atribuciones que se dan sobre todo algunos
fanáticos, como el alcalde de Independencia que decía que la presidenta Bachelet era
satánica, porque no era católica... el tiempo me ha demostrado que nadie
es dueño de lo bueno ni de lo malo...
En
la historia de Aldo Francia, por supuesto en Valparaíso, el padre Jaime
(Marcelo Romo) es un joven sacerdote católico que va descubriendo las
diferencias que hay entre los cerros pobres, y las grandes señores del
puerto. El tifus ha invadido a los sectores pobres olvidados, el agua
es una mancha oscura que alberga moscas y perros, los niños tienen con
sus caras llenas de hambre, el frío viste a la gente obliga a
organizarse para vivir mejor... para sobrevivir... repartir la miseria
aumenta las posibilidades de no ahogarse entre la muerte. El padre Jaime
en cada injusticia que los engranajes no liberan, ni menos fomentan el
porvenir.
Una
huelga en el puerto, y una canción cantada por el Gitano Rodriguez le
recuerda que el tiempo de rezar se acabó hace tiempo, que eso de que
bienaventurados los pobres fue una excusa para que las almas se
conformen, mientras esperan que en "la nueva vida serán mejores"... así
el sacerdote comienza a crecer y a creer de nuevo en que hay
esperanza... no es el mismo sacerdote bueno que regala estampitas, es el
hombre que marca la diferencia... como Oscar Arnulfo Romero en El Salvador, Camilo Torres en Colombia, Raúl Silva Henriquez en contra de la Dictadura de Chile, André Jarlan en La Victoria, Joan Alsina en Santiago o Antonio Ronchi en
Aysén... marcan la diferencia porque la sotana es sólo un detalle más
dentro de su grandeza, son los pivotes del cambio social y de la
verdadera esperanza. Son los que hacen creer que de verdad los
desposeídos, los perseguidos y los aislados pueden superarse, son los
testimonios de vidas que nos hacen recuperar la fuerza, la magia y la
paz como un manantial en medio de la sed.Ya no basta con rezar, como película perdida responde a la dirección que Chile llevaba antes de su trauma total, cuando el aire tenía alas y los metales de los corazones golpeaban tan fuerte que las chispas brotaban con la fuerza de los sueños y la palabra no tenía cadenas ni condenas... era libre, era un carbón encendido que no se extinguía y reunía a Chile para construir al hombre nuevo. Ahora que Volodia Teitelboim dio su último aliento, nos vamos quedando cada vez con menos luceros que iluminan la noche y el neón nos confunde sólo queda seguir tocándonos en medio de la niebla tomados todos de la mano para crear lo que soñamos.
Bonus tracks
1.- Página en IMDB
2.- Sobre la teoría de la Liberación
3.- algunas escenas para este blog.
Esta entrada fue publicada el 30 de enero del 2008


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