Corrí hasta el mar y miré tras los peces venían
los náufragos vivos
Que ayer yo perdí. Bailé, con el aire bailé
Al abrirse las celdas
Y ver a mi padre volver
Lloré, bailé. (José Seves, El Colibrí)
De un momento a otro la vida nos juega trampas, no nos deja hacer lo que queremos, las obligaciones nos acortan la agenda hasta dejarnos agotados para el fin de semana, el problema es que todos somos distintos y nuestros tiempos van dejando de coincidir justo cuando los calendarios pasan y el pelo se va volviendo gris. Así hay que comenzar a repartir el poco tiempo entre el amor, la familia, lo que quiero y lo quieres siempre renunciando a otras cosas. Bueno así es el vivir... de un momento a otro vamos coleccionando renuncias para optar por otras cosas. Renunciamos a los padres por la independencia, renunciamos a lo que nos entretiene por hacer lo que nos conviene, entre otras cosas.
En medio de una excursión en plena Utah, Estados Unidos el boy scout Henry Walton Jones Junior (River Phoenix) descubre que un arqueólogo ha tomado una cruz de Coronado, la cual roba porque pertenece más aun museo que a una persona en particular y después de una larga persecución logra llegar a casa, orgulloso a mostrarsela a su padre, pero este ni siquiera se voltea a mirar lo que el joven ha conseguido, se encuentra más preocupado de sus dibujos que de las travesuras de su hijo, al mismo tiempo que el alguacil le devuelve la cruz a Panama Hat (Paul Maxwel) lo q,ue "le pertenece", el aventurero queda sorprendido de la audacia del joven Henry por lo cual solo atina a reglarle su sombrero, que pronto será uno de los signos más característicos del hombre que se convertiría años más tarde.
El sombrero, el látigo y el destino le van marcando al ahora Indiana Jones (Harrison Ford) un sendero que lo traerá de vuelta a su infancia. Después de que en plena clase el colega Marcus Brody (Denholm Elliott) le guía hasta Donovan (Julian Gover) un millonario que está preocupado de recuperar el Grial, tiene una roca donde aparece parte del camino, el problema que el principal líder del trabajo ha desaparecido. A Jones no le interesa mucho ese objeto, de hecho no cree que existe, pero Donovan le cuenta que el líder es Henry Jones (Sean Connery), es decir su propio padre. Después de años Indiana tiene que salvar a su padre del cautiverio con los nazis, generándose sin querer una causa común para ambos. Tras un paso por Austria para salvarlo y una traición de parte de la doctora Schneider (Alison Doody), padre e hijo están por primera vez juntos en una historia... hay mucho que decirse, el padre por un lado más preocupado de encontrar el Santo Grial que escucharlo por años y el hijo cansado de tanta indiferencia.
La búsqueda del Grial podría ser importante, es un objeto sagrado, lleno de mitos y creencias de vida eterna, por algo era tan codiciado por los nazis... pese a ello nada supera al reencuentro de los Jones, por un lado un padre sorprendido de un hijo que es capaz de cualquier artilugio para lograr un objetivo, hasta tirando por la ventana de un zepelin a un general y a un padre que es capaz de asustar a las gaviotas para que un avión choque. Es un cuento de dejar atrás la soberbia del padre que hace todo bien con un hijo, para pasar a la admiración mutua, el primer paso para reencantarse y volver a amar, descubrir en el otro el orgullo es lo que hace de ambos grandes... el Santo Grial está ahí a centímetros de la gloria, pero también está el tomar la otra mano del padre y reescribir otra historia, tener la oportunidad de levantarse de volver a caminar juntos y recuperar el tiempo perdido.
Tener la oportunidad de estar nuevamente juntos padres e hijos es una posibilidad que se nos va de las manos, en realidad la dejamos ir, a veces ni siquera llamamos por teléfono, no los vamos a ver y quedan en el abandono de sus vidas... muchas veces no necesitamos ni griales, ni arcas perdidas ni otros artilugios para reencontrarnos, simplemente hacernos el tiempo de abrazar y decir gracias... eso da más vida que un caliz.
Hay momentos en que las cosas parecen tan originales, que el resto ya parace ser meras imitaciones de la grandeza, no quiere decir que aparezcan primero lo pienso esto después de El Señor de los anillos por ejemplo, que hizo que cualquier película que apareciera después no tuviera tanta energía como esa, por ejemplo al ver las Crónicas de Narnia ha tenido que sufrir con el fantasma de Peter Jackson para hacer que la saga sea más lenta.
Ejemplos como ese podemos dar en muchas películas de género como en El Padrino, Volver al Futuro o Star Wars, en el caso de la última acabo con Buck Rogers y cualquiere serie de aventuras espaciales.
Por lo mismo cuando apareció Indiana Jones y el templo de la perdición (o el templo maldito) solo logró consolidar la figura del arqueólogo. A pesar de que en un primer momento a Harrison Ford no lo querían en el papel ya que su personaje de Han Solo ya tenía demasiada fama como para que el rostro del Halcón Milenario de la galaxia lejana sea el mismo del arqueólogo de los años treinta. Tom Selleck el detective de la serie Magnum fue la víctima de la fama del cazarecompensas espacial.
Ahora todo parece la partida de esos grandes musicales de los años treinta, en las revistas de los burlesques, ahí como primera atracción aparece Willie Scott (Kate Capshaw) como primera bailarina, una occidental bailando en el mítico club Obi Wan de Shanghai, mientras desde las mesas le mira el millonario chino Lao Che (Roy Chiao) que espera que el arqueólogo le entregue las cenizas del primer emperador de la dinastía Manchú, no es fácil negociar con un mafioso chino, las balas y los venenos pueden estar en cualquier lugar, Indiana Jones (Harrison Ford) lo sabe pero pese a todo igual la primera escena nos advierte que todo lo que viene será intenso.
Por cosas de la historia la historia llega a parar de forma abrupta en algún lugar de la India con la sensual Willie y el pequeño niño Short Round
( Ke Huy Quan). Los tres llegan a un pueblo de la India que parece maldito por la pena, entre lo que Indi entiende le han quitado a los niños y entre palacios y visitas ilustres los tres aventureros llegan a parar al gran palacio del Maharaha (Raj Singh) entre una cena memorable por lo exótico y el helado de sesos de monos, - que dicho sea de paso hace poco alguien en un matrimonio me contó que había comido alguna vez... y que yo por supuesto, no se la creo-; la historia ya sabemos por donde sigue.
A estas alturas de la vida de Spielberg con un E.T. con Indiana Jones, con Tiburón y Encuentros cercanos del tercert tipo... ya su consagración era completa, todas sus últimas historias eran éxitos de taquilla, se le llamaba el Rey Midas del cine, resucitando el cine de aventuras, transformando a los extraterrestres en seres buenos y luchando contra los nazis. Los años ochenta están marcados con las imágenes de Spielber y la música de John Williams en especial porque ese mismo año 1984 también musicalizaba el himno de los Juegos Olímpicos de Los Angeles. Spielberg podía seguía repitiendo la fórmula y seguiría teniendo éxito, pero un leve cambio en su próxima película le dará un giro por otros colores...
Yo nací en el siglo XX lo digo con orgullo, más feliz soy de haber nacido en los setenta y pese a toda la muerte, el miedo y la represión de la dictadura de Pinochet me alegra haber sido un niño lúcido en los ochenta, viví cosas que a otros recien se las están contando, yo vi E.T. en el cine y aluciné con el Regreso del Jedi el mismo día que le disparaban al dictador en el cajón del Maipo. Jugaba a Los Magníficos (A-Team) con mis amigos y Cristopher Reeves era Superman. Así fue de fantástica mi infancia entre los camiones de mi amiga vecina, la lista de películas de Karina y los amigos del conventillo del lado de mi casa. Ni tan pobres ni tan ricos, ni tan cobardes ni tan valientes... así fueron mis años de infancia entre los quirófanos y los robots.
Absolutamente todo lo que cuento tiene de fondo la música que John Williams hizo para los cazadores del arca perdida... cuando corría o saltaba, cuando me paraba en lo más alto para ver el horizonte, cuando caminábamos por la orilla de la playa en las Rocas de Santo Domingo o en San Sebastián iba sonando la música de lo que para mi eran mis aventuras. En ese momento aún no entendía que los gestores de mis sueños eran los mismos Steven Spielberg y George Lucas. Con el tiempo fui descubriendo la importancia que tuvieron para muchos de los de mi generación.
Como perdemos el rastro de algo que paulatinamente vamos dejando atrás, en la historia y la vida se van perdiendo objetos que van pasando de la realidad al mito y viceversa... en un momento ya no sabemos si lo que duerme en los museos es parte de un cuento que nos contaron a pesar de las pocas generaciones que nos separan entre nosotros. Tal vez por eso el arqueólogo Indiana Jones (Harrison Ford) se encarga de buscar esos objetos que nos van haciendo recuperar la memoria desde la entrañas de Sudamérica, pasando por caminos y trampas que alguna vez dejaron otras civilizaciones para dificultar la llegada de otros ambiciosos de las riquezas.
Puede ser por lo mismo que el arqueólogo se encuentra inmerso en una de las épocas más oscuras del siglo XX, cuando el nazismo empezaba a tomar poder... y a buscar más poder en elementos que ya parecen parte de los mitos de la historia, como el Santo Grial y el Arca de la Alianza principalmente por Otto Rahn, En la película se habla de la posibilidad de encontrar el Arca perdida del Templo de Salomón, en algún lugar del mundo, para eso debe encontrar primero a Marion (Karen Allen) en Nepal para que le ayude a encontrar el arca y de paso utilizar el medallón que el padre de Marion poseía.
Juntos de viaje hasta Egipto con la ayuda de Sallah (John Rhys-Davies) tratan de adelantarse a los nazis ayudados por el doctor Bellog (Paul Freeman) y el resto ya lo saben. Con Indiana Jones de acá en adelante será sentir la adrenalina de las persecuciones, el mundo se veía tan fácil con un látigo que permitía pelear, colgarse por los árboles, tomar objetos, etc. El mundo también se veía cerca y tener a la historia y la geografía juntas en algo tan entretenido tuvo bastantes más efectos que el tiempo me ha ido haciendo entender del origen de mi encanto por viajar, de conocer otro lugares y otras culturas. Fue Indiana Jones como también Tintin que hicieron el resto, marcaron nuestro camino por esos años ochenta en que las balas y los silencios hicieron que lo que llamábamos realidad era más extraña que las fantasías.
