sábado, 20 de agosto de 2022

SIN TECHO NI LEY

 

Y algunas veces suelo recostar Mi cabeza en el hombro de la luna Y le hablo de esa amante inoportuna Que se llama soledad

(Sabina)

Nuestros caminos por la vida se van poblando de personas que nos llenan de sentido cada mañana, algunos al despertar tienen a su lado ese amor que construye el sueño contigo, otros vamos aprendiendo de a poco que ese camino hay que construirlo igual, porque el amor parte desde lo que uno sueña y desde esa construcción de instantes (más que de cosas) es que deberíamos armar esa ilusión que llamamos vida.

Por lo mismo es extraño que desde el interior del mar salga una mujer desnuda después de un baño, una mujer joven, una mujer hermosa. No pareciera responder a ese canon que se espera de alguien que ande por las calles de un pueblo de Francia en los años ochenta. Así va por la vida como esa conocida desconocida que vaga por las calles Mona (Sandrine Bonnaire). Las ciudades siempre tienen en su inventario a esos vagabundos que transitan envueltos en mitos que los hacen especiales. Sus historias son construidas y reconstruidas en la oralidad de nosotros, los que los vemos a diario y que en algún momento parece que notamos que ya no están.


Mona, es una mujer que va por las calles con un tono agresivo obligado por su condición de mujer en una sociedad patriarcal que ve como una presa fácil una mujer sola en las calles. A pesar de esa postura, provoca cierta envidia y admiración. Ser nómade fue lo que nos llevó como especie a vivir en la mayor parte de la tierra firme de este planeta, pero ahora parece algo mal visto. A pesar de que muchos aún deseamos en algunas ocasiones soltar todo y largarnos a otros rumbos, a conocer otros lugares. La vida de Mona tiene eso que parece parte de una película en ruta, pero que en realidad no va a ninguna parte, porque cada vez que ella pide un aventón en la carretera, es para avanzar hasta el lugar en que el destino le deje.

A veces parece que Mona encuentra un poco de paz, otras parece que encuentra el amor, un alma que ayuda le da un poco de estabilidad, sin embargo, todo parecen ilusiones al final de un destino que a veces es cruel, caminar por las calles se vuelve algo rudo cuando uno decide no seguir el camino de lo consideramos normal en esta vida. Al final parece que el camino por el que pasa cada persona que vive en la calle tiene siempre una danza con la muerte. Es peligroso ser libre, se envidia esa valentía del despojo, pero el camino está lleno de lobos.

Al terminar de ver “Sin Techo Ni Ley” sentí una desazón inmensa del que instante en que parece que nuestras vidas no tienen una ruta común, en que al decidir un camino parece que estamos en círculos atrapados sin salida como “El ángel exterminador” de Buñuel, en la incomprensión del sentido que le queremos dar a los sueños y a la sensación de destrucción del mundo que soñamos. Salir de ahí parece que obliga a limpiarse vestirse de un modo que camufle la diferencia y nos enriele por el camino que algunos llaman éxito.

Saludos a todos.

Bonus Tracks

1.- Película en IMDB 

2.- Comentarios en Filmaffinity 

3.- Sin Techo ni ley en MUBI

4.- Escenas de Sin Techo ni ley

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