No preguntes más cosas,
que el tren del olvido entre a saco en la vida
como un vendaval.
Al lugar donde has sido feliz
es mejor que no trates nunca de regresar.
Joaquín Sabina
Al parecer por más que nos llenemos de cosas, aunque nos vistamos y compremos todo lo que tenemos, aún no somos capaces de llenarnos por dentro, Hace un tiempo una amiga que no veía hace mucho tiempo y analizaba lo "exitoso" que era por cosas que tal vez ella aún no "tenía", la verdad nunca me había analizado de ese modo, es más ni siquiera lo veía como logros... y mi propia sensación de tristeza constante me hizo entender que a lo mejor ella podía estar en lo correcto y en parte no. Es que no sirve de mucho tener cosas si después no se pueden compartir.
Hay sentimientos que son superiores que no se comparan con lo que se tiene y lo que se logra. Puede que a algunos no comprendan lo que es el éxito... ahora pasa muy seguido cuando veo en televisión, en el gobierno y en conversaciones que ser emprendedor (la nueva forma de decir empresario) es sinónimo de éxito... ¡que perdidos estamos!.
Pero si yo comienzo a ver una película de un tipo que anda en un auto deportivo último modelo dando vueltas por un circuito y después veo al tipo acostado mientras dos hermosas rubias bailan el caño en cada lado de la cama, lo primero que me salta es una envidia inmensa de la fortuna, mientras lo más grave que le puede pasar es caerse una fiesta y fracturarse el cúbito y tener un yeso por un momento, algunos pueden pensar que es un tipo malagradecido de la vida. Ese que describo es Johny Marco (Stephen Dorff) que pese a todos sus amigos se encuentra cabizbajo, como actor de Hollywood tiene a su lado a bellas actrices, pero también largas sesiones de maquillaje y eventos por miles.
Masajistas personales, affaires con vecinas y fiestas por todos lados... y salir con su hija Cleo (Elle Fanning) cada cierto tiempo, acompañarla a sus prácticas de patinaje, jugar Guitar Hero en la Wii y luego dejarla en su casa, para seguir con su estilo de vida viviendo en la habitación de un hotel de lujo ensayando otros guiones y otras películas. Así todo normal hasta que la madre de Cleo le dice que saldrá por un tiempo, así que debe dejar en el campamento de verano a su hija. El problema es que entre esas fechas Johny tiene que ir a Milan a presentar su película así que el viaje comercial se transforma en un viaje de padre e hija. Generalmente cuando hay una separación para los hombres se hace más común separarse de sus hijos, verlos algunos fines de semana y desapegarse de ellos.
"Necesito un tiempo" es lo que suena desde el otro lado del teléfono de Johny cuando su esposa decide que se quede con Cleo, la vida de ricos en un hermoso país es un regalo, mientras la vida de Johny tiene que tener algunos resguardos morales, ya no puede acostarse con cualquier mujer que encuentre en el camino, parece ser un problema pero en un mundo tan solitario que se llenaba del ruido de tanto y de tantos. Parece sentirse un poco contento de estar con Cleo. Aunque todo esto sea una de esas situaciones especiales que la vida nos coloca por delante. Como si el destino nos regalara cada cierto tiempo la oportunidad de reconciliarnos con nosotros mismos, con lo que quisimos creer y crear, como nuevas oportunidades y como esos pocos grandes momentos que se vuelven los instantes simples más inolvidables que nuestras cortas vidas nos regalan. Desde que somos lanzados al mundo como un proyectil el roce del tiempo nos parece gastar hacia un infinito en que nos vamos desvaneciendo en cada momento. Así parece que la vida de Johny podría recuperar un poquito de lo que tanta velocidad le ha ido olvidando.
Sofía Coppola pese a su corta filmografía se ha convertido en uno de los nuevos íconos del cine, en una nueva era en que hombres y mujeres vamos camino a la paridad, el que existan grandes directoras no es novedad, los festivales se llenan de nuevos nombres y grandes obras... era importante tener esa sensibilidad detrás de la cinematografía, la edición, guiones y cámaras... con esta historia de soledades y esperanzas termino este mes dedicado al cine visto por directoras.
Algunas veces vivo
y otras veces
la vida se me va con lo que escribo;
algunas veces busco un adjetivo
inspirado y posesivo
que te arañe el corazón;
luego arrojo mi mensaje,
se lo lleva de equipaje
una botella…, al mar de tu incomprensión.
No quiero hacerte chantaje,
sólo quiero regalarte una canción.
Y algunas veces suelo recostar
mi cabeza en el hombro de la luna y le hablo de esa amante inoportuna que se llama soledad.
Joaquín Sabina
Creo que hay dos momentos en que estar en la soledad nos pesa más, el primero es cuando uno se va a dormir y se guarda todo lo que pasó en su día, cuando estira los brazos por la cama y no encuentra nada que tocar. El otro momento es cuando viaja, a pesar de que también tiene su magia el andar sólo, para una persona que está todo el año sola no tiene ninguna gracia seguir en la misma condición por otras latitudes. Siempre está el deseo de contarle a otro las maravillas que en otro mundo se viven y al ver lugares distintos se necesita que otros los puedan guardar, tal vez por eso mucha gente fotografía y graba vídeos de sus vacaciones más preocupado de contar el viaje que de vivirlo.
A muchos famosos de Hollywood les sale como trabajo extra hacer un comercial en Japón, por un par de días ganar algo más de dinero es algo que no se pueden resistir, como le ocurre a Bob Harris (Bill Murray) que la oportunidad de viajar a Tokio y alejarse de su esposa y olvidarse por un momento de los decadentes momentos que está viviendo se convierten en una excelente excusa para escapar a una cultura que parece ser completamente distinta de lo que se concibe como occidente. Un comercial, una sesión de fotos, una traductora y una "dama de compañía" que pide que le "lasgue" las medias en vez de alegrarlo le va carcomiendo la conciencia de que la ciudad le enrostra la soledad en que está envuelto después de tantos años de matrimonio llenos de monotonía y "éxitos" pasados hacen que las arrugas, el pelo que se va y la pérdida de vigor vayan pasando la cuenta.
En el mismo hotel pero en otra habitación John (Giovanni Ribisi) viene a tomar fotografías a una banda de rock, acompañado de su flamante esposa Charlotte (Scarlet Johanson) él se encarga de trabajar, mientras ella se dedica a recorrer la ciudad. Es que Tokio tiene un ritmo brutal que parece no ser propicio para descansar. Al lado de la indiferencia que parece tener John y sus cercanos hacia el mundo en que Charlotte se desenvuelve, el mundo cambia más rápidamente de lo que uno cree y ella no se imagino que la magia del amor se podría desvanecer tan luego. No le cautivan ni los templos ni lo monjes, algo está pasando en Tokio que ella no encaja, ¿es la ciudad?, ¿el amor? o ¿será el futuro?.
Pero el destino es menos cruel de lo que uno cree y pueden crecer flores en los lugares más inesperados, las soledades a veces se reconocen con la mirada, como si un grito silencioso se escuchara en las fibras más íntimas las desilusiones crean puentes al infinito que pueden cruzarse con otros. En ese encuentro la belleza de Charlotte no pasa desapercibida para John el famoso actor, así ambos comienzan a llenar ese vacío que envuelve sus vidas. Ahora Tokio parece tener otras luces, se vuelve una ciudad cargada de luz y esperanza. No se si será amistad, si es amor, si es deseo… tal vez no es ninguna de las tres cosas, simplemente es el deseo de estar contigo, el de sonreír juntos. Qué importa que vean a un viejo decadente y una joven juntos, total es otro lugar en el que pocos entienden lo que hablamos, lo que reímos… incluso lo que pensamos de ellos… por ahora son cómplices del desamor y al mismo tiempo son un nuevo comienzo. Lejos de todo lo que conocen siempre se puede volver a comenzar, no hay edades ni matrimonios frustrados, ni soledades que impidan que los sentimientos se escapen de los poros a punta de sonrisas y miradas… así dan ganas de perderse en cualquier lugar, en cualquier traducción, en cualquier traducción.
Empezamos a enterarnos de su vida, llegando a recordar cosas que no habíamos vivido. Supimos lo que era ser chica, y cómo el serlo te hacía soñar y saber qué colores iban bien juntos. Supimos que eran mujeres disfrazadas que entienden el amor y la muerte, y que nosotros debíamos crear el ruido que las fascinara. Lo sabían todo sobre nosotros... ... Y nosotros nada sobre ellas.
El idioma castellano tiene la gracia de separar la palabras por género, por lo mismo en éste especial basta con colocar la palabra "Directoras" para entender que estamos hablando de mujeres que trabajan en el cine. Es que en un mundo que por años ha sido guiado por (y para) los hombres, creo que no ha sido fácil para ellas cumplir todos esos roles que la vida va entregando. Por lo mismo tengo mi admiración absoluta hacia la cosmovisión que ellas tienen, nunca la he entendido y me sorprende siempre.
Aún recuerdo una vez cuando tenía cinco años que un compañero nos dibujaba lo que las mujeres tenían entre sus piernas en vez de nuestros organos, ahí comprendía que era más que el pelo largo y el delantal celeste a cuadros lo que nos hacía distintos, hasta enamorarme de muchas desde mis primeros años... hasta ahora.
Cuando nos encontramos frente a mujeres tan bellas algunos nos colocamos más tímidos, como algo que no podemos entender y también como un imposible. Esos sentimientos pasaban por las cabezas de los vecinos de la familia Lisbon, porque Ronald (James Woods) y su esposa Sara (Kathleen Turner) tienen cinco hermosas hijas Lux (Kirsten Dunst), Cecilia (Hanna R. Hall ), Therese (Leslie Hayman), Mary (A. J. Cook) y Bonnie (Chelse Swain) viven en un suburbio de Michigan en plenos años setenta, desde ahí todo comienza a ir mal cuando Cecilia decide cortarse las venas en el baño. ¿qué puede explicar que una persona decida dejar de vivir?, nunca lo entendemos, menos cuando es una niña de trece años como ella. Afortunadamente es rescatada a tiempo.
La preocupación de los padres le obliga a cambiar algunas cosas de su rígida educación con sus hijas, así comienzan a dejar que entren niños a la casa, e incluso hacer una fiesta con los niños vecinos. Evento que será inolvidable porque en medio de la celebración Cecilia vuelve a intentar despedirse lanzándose desde el segundo piso con éxito. El árbol del patio de la casa parece ser el elemento que mantiene firme a la familia, a pesar de que está se ve robusto, está con aviso de tala, por dentro se encuentra enfermo y pese a que las hijas se unan para impedirlo, la destrucción es inevitable. La vida cambia por completo para las hermanas, en el momento en que las hormonas de la adolescencia están al máximo, la educación conservadora está jugando malas pasadas en la familia. No se pueden quedar encerradas todo el tiempo, y para todos los hombres cruzar la puerta de los Lisbon era un imposible que pocos lograron.
Nadie ha hecho un curso para criar, ni tampoco un curso para conquistar, las niñas Lisbon necesitan conocer, crecer y dejar de ser niñas. Les cuesta a los padres entender el inmenso daño que hacen en las niñas tanta corrección, como si el sexo, los besos y la libertad son pecados. Muchas mujeres ya adultas siguen llenas de trancas que los padres les dejan, por un lado el temor que se confunde con respeto y la frustración. Creyendo que la perfección existe y la maldad está más cerca de lo que realmente podria aparecer. Las vírgenes suicidas son niñas que creen que han vivido demasiado, han sufrido sicológicamente por lo mejor de la familia y por el honor discutible de querer ser buenos padres. Sofia Coppola nos regala una pequeña pista de quiénes son las mujeres y se le agradece por la gran muestra de cine y de banda sonora que nos regala en esta película umbral hacia el camino que la gran nueva directora nos traza en cada nueva historia de mujer.
Mi ranking de cosas espectaculares que me ha tocado ver en el mundo (no he viajado mucho de todos modos), era Tiahuanaco en Bolivia, Macchu Picchu en Perú y Teotihuacán en México... todas obras humanas precolombinas, la cosa cambió cuando vi el Palacio de Versalles... no solo por la extensión gigantesca de dicho lugar, también fue la pompa, la sensación de estar en un lugar histórico y la conjunción mundial de turistas, puede sonar algo frívolo mi comentario pero es que Versalles es frívolo... era el palacio de la mayor opulencia... antes de este viaje no había soportado ver la película que hoy escribo... no pude soportar mi imagen de la reina francesa con una canción post-punk de Gang of four de fondo...
Pero después de mi primer accidentado viaje al palacio, en que, por capricho de una de mis acompañantes (y mis pocas ganas de generar conflicto), decidimos cumplir su sueño de ir a ver el palacio de María Antonieta su ídola (no se como alguien puede tener de ídola a ella... pero bueno)... después de su recorrido por sus pequeñas instalaciones, se nos hizo tarde y no pudimos entrar al Palacio de Versalles... mi felicidad era plena.... No me podía devolver a Chile sin ir a Versalles... eso me decían los franceses... así que el último día tomo el metro y luego el RER para volver a Chateu Versailles... ahora con un paisaje completamente nevado... el cruzar la puerta del palacio cambió mi ranking, por cada salon que iba cruzando, me imaginaba los tratados de Versalles de 1919 y la coronación del emperador alemán, sin contar a todos los reyes Luises que vivieron y reinaron desde ahí...
Mi regreso a Chile, dejé marcada esta entrada en el blog para reescribirla en Chile (y en eso estoy) ahora viendo nuevamente la historia de Sofía Coppola... la querida y odiada Sofía... al igual que María Antonieta... la incomprensión y los prejuicios machistas que tenemos con lo que huele a farandula, nos hace más falsos siempre... al final (y despues de ver televisión francesa y española) a todos les interesan los chismes, no educan mucho pero entretienen... y la vida de la reina siempre fue manoseada por la mano machista que ha escrito la historia, dejando a las mujeres como culpables de muchos desastres, como el hambre de Francia de los días revolucionarios.
En Versalles todo era en extremo desde las bacanales de las cortes, los jardines hasta el horizonte, los espejos, las amplias avenidas, las piletas en fin... era una explosión de colores que no puede dejar indiferente a nadie... y Sofía lo captó a su modo... las imágenes de la película eran las mismas que paseaban por mis recuerdos de ese nevado día en que sólo recorrí el palacio.
La María Antonieta de Coppola es primero que todo una mujer adolescente, bueno... en fin eso es lo que todos somos primero... somos un sexo y una edad... después tenemos nombre, país, raza, condición socioeconomica y futuro... pero siempre seremos un hombre o una mujer de cierta edad, y María Antonieta la reina también y acá queda demostrado entre todo lo que le tocó vivir. La grandeza de Francia no envolvía la soledad monumental de la austriaca, que queda plasmada en cada imágen en los balcones que le confirmaban su desamparo... entre abánicos y la única vía de escape en su pequeño palacio (que conocí en mi primera visita) creaban un mundo propio en medio de un país que no se caracteriza por la hospitalidad.
La monarquía francesa ya no era la del abuelo Luis XVI y Versalles en pequeños detalles demostraba el déficit, María Antonieta entre polémicas de collares y pasteles asume lo que le toca vivir, como esa vieja teleserie mexicana "Los ricos tambien lloran" la felicidad va pasando a la desesperación, pero la dignidad (al menos en esta versión) siempre son más altas, por eso me quedo con la inclinación desde el balcón de la reina, frente al pueblo que venía con antorchas a lincharla y me quedo con esa despedida del palacio... que a la vez fue una de las últimas cosas que vi en mi primer (porque espero otros) por Francia.
