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martes, 9 de febrero de 2010

LA CINTA BLANCA

Hasta el día en que murió mi abuelo, mi madre siempre le tuvo terror, cuando se enojaba gritaba y era capaz de romper las cosas, él era grande y muy serio, pocas veces lo vi alegre… estando sobrio… porque cuando se emborrachaba era como Mister Hyde.
Mi abuela murió antes, para ella el miedo era mayor, ni siquiera respeto… miedo con todas sus letras, toda su vida vivió al alero del señor, aguantando infidelidades, economías “de guerra” y criar cinco hijos y ver morir a uno de ellos.
Nosotros en cambio, no nacimos con ese miedo, porque más que trataron de inculcarlo, sobre todo mi abuela, nunca nos asustamos con los grandes retos del gran jefe de la familia, o será porque en la familia de mi padre la situación fue muy distinta y en mi familia igual, donde siempre se ha escuchado más, y nunca ha existido miedo entre integrantes (pese a ver enojadas a mis hermanas como las he visto)…
Es que las generaciones han cambiado, bueno… eso parece… porque hoy, después de ver el nuevo gabinete de los próximos años, sentí en quienes llegaban lo mejor y lo peor de la derecha… esa imagen de estabilidad económica, emocional y “moral” de la que se jactan (o que envidiamos), mientras se leía cada brillante curriculum… primero sonaba un nombre de las más distinguidas familias de la aristocracia chilena, luego sus estudios en la Universidad Católica, sus estudios en Harvard, y luego de que empresas (en plural) venían, o eran propietarios, por último la cantidad de hijos (hasta siete hijos)…Entre todo ese espiritu perfeccionista da miedo cuando se esconde el fracaso.

El mundo de principios del siglo XX, tenía gérmenes del antiguo régimen, y en la Alemania de 1913, la sociedad se dividia entre la nobleza y el resto... en las tierras del Barón (Ulrich Tukur) se generaba una sociedad perfecta, donde los trabajadores cuidaban sus tierras, tenían un pastor protestante, un profesor y un médico. No se necesitan policías porque existe la confianza mutua entre todos los componentes... En un mundo tranquilo los hijos de todos los que vivían en la villa jugaban entre ellos sin problemas ni miedos... es que cuando niños somos todos iguales, tienen los mismos juegos y cuando encontramos a otros, lo más probable es que terminen todos jugando

Todo cambió el día que el doctor (Rainer Bock) volvía a su casa cuando un cable puesto en forma intencional hace tropezar al caballo y deja en el suelo al doctor. No se sabe quien fue ni cuales fueron los motivos... mientras se trata de volver a la normalidad, cada vez van ocurriendo cosas más horrorosas en el pueblo... mujeres muertas, niños perdidos y deseos de venganza parecen generar un clima distinto. Los niños silenciosamente viven todos los sucesos, en sus ojos tristes van sintiendo cada una de las varillas de castigo que tienen... los hijos del pastor por ejemplo, se les ata una cinta blanca para que recuerden la fragilidad de la inocencia.

Esos ojos que lloran tristes, no saben que lo que están comenzando a ver es el comienzo de la muerte, que el tranquilo arroyo será parte del escenario de las más grande masacres que verá Europa... mientras sus padres siguen educando con el miedo, escondiendo o disfrazando las aberraciones más grandes que se les puede hacer a un niño, la vida del pasado era de blanco o negro, donde la oscuridad sólo podía ser alumbrada en parte por tímidas candelas y la inmensidad del día dejaba en descubierto cada incomprensión que lo cotidiano pensaba disimular.

Eso que se veía exitoso, tenía tintes de esconder los verdaderos fracasos, frente a apariencias exitistas más que exitosas. Muchos de nuestros padres les tocó vivir el maltrato y los varillazos de sus "malas conductas" que cuando adulto se les llama accidente... un niño que rompe un plato hace una maldad, un adulto tiene un accidente cuando rompe uno... la infancia no tuvo el color rosa para muchas de las generaciones anteriores... la tristeza y el miedo eran parte del cotidiano con esos señores enojados que llamabamos padres... los de hoy son distintos (al menos los míos) esperemos que nosotros no coloquemos cintas en el brazo, y llenemos más besos y sonrisas el presente de los hijos que de competitividades idiotas. Que les enseñemos más de la belleza que del triunfo, más de lo que cuesta ganarse las cosas que rellenarlos de lo que desean... en fin de que seamos mejores personas, más valientes y más libres.

Saludos a todos.


Bonus Tracks
1.- Película en IMDB
2.- Comentarios en Filmaffinity
3.- Página de la película
4.- Das weisse Band - Eine deutsche Kindergeschichte en Wikipedia
5.- Trailer