Las historias personales, son amoldadas en una realidad urbana que las envuelve, son esas cosas las que hacen que uno sea de una parte y no sea de otra. En mi caso Santiago corre por mis venas, todo lo que digo y hablo tiene un poco de Santiago, porque todo lo que mis ojos ven corresponde a eso, me envuelve y lo hago por esta ciudad.
Por eso cuando veo la ciudad Roma con los ojos de Fellini entiendo el porque de dedicarle a una urbe tan importante para el mundo occidental sus treinta y cinco milímetros de cinta.
Las ciudades se han transformado en nuestros libros abiertos de la historia social, en cada cosa que se construye y que se demuele van quedando las cuñas como testimonio de cada generación. Roma la ciudad hija de los lobos, convirtió a Europa en lo que hoy es, un continente que siente orgullo por su pasado imperial, que busca en cada instante la reunificación clásica.
Sólo trescientos cuarenta fueron los que Federico Fellini decidió recorrer un día para salir de Rimini a la capital del mundo antiguo, los mismo con que comienza a relatar lo que significa su decisión de dedicar esta película. Por otro lado unos niños en plena época fascista deciden cruzar el Rubicón para recordar la grandeza de Julio Cesar. Así es la Roma con la mezcla de pasado y desastre, de auge y decadencia; donde la fantasía obtiene toda la inspiración en el cine, la iglesia y el arte.
Como todas las películas de Fellini, no hay nada que entender sólo hay que bañar el ojo con el bálsamo de la belleza, sentir ese susurro italiano que brota de las bocas de los actores y deleitarse con el sonido mezcla de pasado y presente de Nino Rota... El resto es dejarse llevar. Hasta lo feo es hermoso en las imágenes, desde esas calles llenas de agua entre caballos carretas y todo el famoso desastre vial italiano. Que curioso que el pasado y el presente sea tan parecido, los problemas son los mismos... peor ahora son más que antes, cada logro conlleva nuevas dificultades, la vida de Fellini se palpa en cada relato que surge en cada escena.
Un joven llega a una estación de trenes a cumplir con sus expectativas, las maletas vienen cargadas de sueños, cada segundo de viaje se hace acerca más a la ilusión. Las capitales se nutren con sueños de los que migran... a veces los países se olvidan que sus ciudades se han forjado por los que depositan sus sueños... que triste es ver como los pasos fronterizos discriminan a los inmigrantes, como si fuesen ciudadanos menores. Hace unos días en Madrid se le estaba prohibiendo el paso a un director de cine chileno, simplemente por tincada; multipliquenlo por muchas aduanas estadounidenses y europeas. (aunque debo reconocer que en pasos de Chile también he visto discriminaciones). Si tomáramos en cuenta que muchas veces los que llegan tienen más deseos de surgir, que los que vegetan en los pueblos las cosas serían distintas.
Roma es un testimonio del momento en que la paz se colocaba pantalones patas de elefante y las guitarras acompañaban la denuncia. En que los teatros de barrio llenaban de esperanza a los tristes números. En que la iglesia católica romana es capaz de arrodillar a las personas, en que los prostíbulos funcionan para todos los estratos sociales, en que la mesa de comida funden los lazos sanguíneos y de barrio. Así es la Roma del Coliseo y el Panteón, esa que hace brotar historia desde sus profundidades, como cuando se construye el tren subterráneo, la Roma de los hijos de la loba, la del imperio del Cesar, la que creció por el mediterráneo y la que sigue siendo testigo de los días en que Fellini decidió compartir sus ilusiones con nosotros a través del hermoso cine que filmó.
Las ciudades se han transformado en nuestros libros abiertos de la historia social, en cada cosa que se construye y que se demuele van quedando las cuñas como testimonio de cada generación. Roma la ciudad hija de los lobos, convirtió a Europa en lo que hoy es, un continente que siente orgullo por su pasado imperial, que busca en cada instante la reunificación clásica.
Sólo trescientos cuarenta fueron los que Federico Fellini decidió recorrer un día para salir de Rimini a la capital del mundo antiguo, los mismo con que comienza a relatar lo que significa su decisión de dedicar esta película. Por otro lado unos niños en plena época fascista deciden cruzar el Rubicón para recordar la grandeza de Julio Cesar. Así es la Roma con la mezcla de pasado y desastre, de auge y decadencia; donde la fantasía obtiene toda la inspiración en el cine, la iglesia y el arte.
Como todas las películas de Fellini, no hay nada que entender sólo hay que bañar el ojo con el bálsamo de la belleza, sentir ese susurro italiano que brota de las bocas de los actores y deleitarse con el sonido mezcla de pasado y presente de Nino Rota... El resto es dejarse llevar. Hasta lo feo es hermoso en las imágenes, desde esas calles llenas de agua entre caballos carretas y todo el famoso desastre vial italiano. Que curioso que el pasado y el presente sea tan parecido, los problemas son los mismos... peor ahora son más que antes, cada logro conlleva nuevas dificultades, la vida de Fellini se palpa en cada relato que surge en cada escena.
Un joven llega a una estación de trenes a cumplir con sus expectativas, las maletas vienen cargadas de sueños, cada segundo de viaje se hace acerca más a la ilusión. Las capitales se nutren con sueños de los que migran... a veces los países se olvidan que sus ciudades se han forjado por los que depositan sus sueños... que triste es ver como los pasos fronterizos discriminan a los inmigrantes, como si fuesen ciudadanos menores. Hace unos días en Madrid se le estaba prohibiendo el paso a un director de cine chileno, simplemente por tincada; multipliquenlo por muchas aduanas estadounidenses y europeas. (aunque debo reconocer que en pasos de Chile también he visto discriminaciones). Si tomáramos en cuenta que muchas veces los que llegan tienen más deseos de surgir, que los que vegetan en los pueblos las cosas serían distintas.
Roma es un testimonio del momento en que la paz se colocaba pantalones patas de elefante y las guitarras acompañaban la denuncia. En que los teatros de barrio llenaban de esperanza a los tristes números. En que la iglesia católica romana es capaz de arrodillar a las personas, en que los prostíbulos funcionan para todos los estratos sociales, en que la mesa de comida funden los lazos sanguíneos y de barrio. Así es la Roma del Coliseo y el Panteón, esa que hace brotar historia desde sus profundidades, como cuando se construye el tren subterráneo, la Roma de los hijos de la loba, la del imperio del Cesar, la que creció por el mediterráneo y la que sigue siendo testigo de los días en que Fellini decidió compartir sus ilusiones con nosotros a través del hermoso cine que filmó.
Bonus Tracks
1.- Página en IMDB
2.- Comentarios en Filmaffinity
3.- Fellini en Wikipedia
4.- Una reseña... pero en Italiano
5.- Reseña de Gatopardo
6.- Parte de la Banda Sonora de Nino Rota
7.-Escenas en la plaza España
8.- Escena con Gore Vidal
9.-El desfile de moda de la iglesia
3 comentarios:
Discúlpame: viendo desde You Tube "La estrategia del caracol", apareció al inicio de la misma la dirección de este blog. Sólo quería preguntar, por si alguien puede informarme, si es posible adquirir el DVD de dicha película, pues en todos los sitios en los que he buscado no he obtenido ninguna información.
Gracias de antemano.
Hola, este film me había gustado mucho sobre todo por la factura visual y por esa hermosa secuencia de la autopista de entrada a la ciudad. Saludos!
En Chile venden una versión, pasada de VHS, por eso la que subí es de esa versión... que dicho sea de paso... no es original tampoco.
Maestro BUdokan
es muy decidora esa escena, en medio de la típica congestión vehicular italiana... lluvia y un caballo blanco libre en medio de los autos... notable
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