sábado, 15 de septiembre de 2007

EL DERECHO DE VIVIR EN PAZ

Al borde de un avenida al sur de Santiago, un día dieciséis de septiembre ,aparecieron una serie de cadáveres acribillados que fueron trasladados al Instituto Médico Legal (la morgue de Santiago), entre los cadáveres irreconocibles por la cantidad de perforaciones de proyectil es reconocido por un funcionario. Los días de septiembre de 1973 llenaron hasta las escaleras de la morgue de muertos esperando el reconocimiento. Así se encontró a Víctor Jara Martínez, el cantante, director de teatro, profesor de la Universidad Técnica del Estado, padre y esposo. La fama le costó cara, su rostro era famoso para los militares y el odio se transformó en el plomo que atravesó su cuerpo, el sonido de las metrallas hizo que el canto de Víctor se esparciera hasta más allá de las estrellas.

La primera vez que escuché de Víctor Jara fue en 1988, cuando mi amiga Karina me hizo escuchar un cassette con sus canciones, yo inocentemente pregunté si Víctor jara era del No (era el tiempo del plebiscito de Pinochet... y yo tenía once años)... ahí me contó que Víctor era un cantante que mataron los militares... esa historia fue un despertar para mi... no podía creer que en mi país se matara por cantar, es que el nombre y la voz de Victor Jara no la escuché en mi infancia, desapareció de la faz de Chile, sus canciones chocaban con la cordillera y se devolvían, no pasaban ni por el árido desierto ni por los hielos australes... Víctor sólo era un nicho humilde en el Cementerio General de Santiago.

Carmen Luz Parot, retomando el libro de su viuda Joan Jara "Un canto truncado", recorrió la vida de este nombre imborrable de la memoria colectiva, recorriendo los espacios que fueron moldeando su carácter y los amigos que compartieron sus momentos. Parece increíble que el hijo de campesinos de Lonquén, sea el mismo que pensó ser religiosos, luego militar, director de teatro y cantante.

El derecho de vivir, en sí es algo que pareciera ser tan lógico, pero hubo épocas en que no parecieron algo tan fundamental, cuando la vida y la paz, eran dos cosas que se nos esfumaban en la niebla triste de una primavera. El espacio de lo creado, de la voz tranquila que retumbaba acompañada de un guitarra fina y de la simpleza del mensaje. Se convirtieron en horma para la recolección de la nueva música latinoamericana, la inspiración del campo y la visión urbana se hicieron canción para denunciar la injusticia, alabar el amor y soñar en conjunto con una vida mejor.

Carmen Luz Parot, hace un documental de vida... la vida es más importante que la muerte, se rescata la sonrisa ancha, se refresca la lluvia del pelo y se revive lo cotidiano, desde la escuela de teatro, los viajes por Chile y el mundo, las conversaciones con amigos, las cartas de amor a Joan, el compromiso político con Chile, el ideal latinoamericano y la conformación de un hombre nuevo para un tiempo nuevo que se gestaba. Víctor fue la escencia de ese biotipo que se soñaba en la época.

Cuando camino por el Parque Forestal de Chile, llegando al Museo de Bella Artes no dejo de pensar en la foto en el banco de la plaza, me siento en ese banco y pienso en todo lo que vivió Víctor, y todo lo que Chile ha vivido, pienso en todos esos besos que el banco ha concebido, pienso en los vagabundos que duermen en él, en los abuelos alimentando palomas, en las risas y llantos que el banco en que Víctor posó (para el lente de Luis Poirot), deja como mudo testigo. Así es el Víctor de las cosas, el que se esparció por todos lados convirtiéndose en la fuerza de los actores, fortaleciendo el temple de Joan Jara, la humildad de Amanda Jara, la puesta en escena de Quilapayún, la sensibilidad de Inti Illimani, el misticismo del Estadio Chile (hoy Víctor Jara) y el recuerdo inolvidable del sonido de su guitarra.

Así es el Víctor Jara que cruzó la cordillera después de su gira por el mundo, su nombre se transformó en plazas, colegios, barcos que cruzan océanos, se volvió canciones y estandartes, voló hasta el espacio y hoy se encuentra incluso en el planetoide 2644 que lleva su nombre, mientras tanto el silencio oficial continúa apagando el derecho que Víctor tiene de seguir en la paz de nuestras vidas, diciendo que aquí se queda con nosotros, que nunca nos abandonó, que el canto que hizo fue para mi generación y todas las que vienen, que el canto tiene sentido cuando palpita en las venas, que el teatro es la representación de nuestros anhelos, que la cultura está en todas partes, que América Latina es una patria grande y que el "canto que ha sido valiente siempre será canción nueva".

Bonus Tracks
1.- Página en IMDB
2.- El derecho de Vivir en Paz

3.- Fundación Víctor Jara
4.- Manifiesto

5.- Víctor Jara en Wikipedia
6.- Aquí me quedo

7.- Sobre la muerte de Víctor Jara
8.- Escenas del documental

9.- Luchin

10.- Vamos por ancho camino

11.- Te Recuerdo Amanda

12.- Funa al asesino de Victor Jara ESTE VIDEO NO CORRESPONDE AL DOCUMENTAL
... pero lo encontré muy impactante.

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