domingo, 10 de febrero de 2019

INFILTRADO EN EL KKKLAN

"Si gano, soy americano, no afroamericano. Pero si hago algo malo, entonces se dice que soy un negro. Somos negros y estamos orgullosos de serlo. La América negra entenderá lo que hicimos esta noche" Tommie Smith, 1968.

Tres mujeres hace unos días se sentaron a mirar un lago en el sur de Chile, en un instante un señor en traje de baño se acercó a ellas para pedirles que se retiraran de lo que el consideraba su propiedad, siendo que en Chile todas las orillas de mar y de lagos son propiedad del estado y todos tenemos libre acceso a ello. Él, al parecer, sentía que la verdad esa ley no era algo que le incumbiera. Las mujeres no sabían quién era el señor, grabaron lo que ocurrió y así nos enteramos todos del señor que las expulsó, un connotado gerente del gas, que con el paso de los días fue desvelando también la personalidad que el señor tiene en otros ámbitos que en este tiempo están causando menos pudor de revelar.

Es que de un tiempo a esta parte reconocerse como “conservador” ya no parece ser un estigma, se puede reconocer públicamente que Pinochet “hizo cosas buenas”, que los golpes de estado a veces son necesarios, que muchos esperan que los militares en Venezuela se rebelen, entre otras nuevas “verdades reales” no molesten el “derecho inalienable” al esfuerzo individual, por sobre el colectivo.
 En plenos años 70 cuando el soul inundaba la noche estadounidense, el pelo afro era la envidia y los afroamericanos comenzaban a organizarse, las comunidades miraban con recelo ese peligro que podía ser el Black Power, desde ese himno con un puño enguantado del olímpico Estadio Azteca del 1968. En Colorado Spring un joven tiene el deseo de ser policía, todo puede ir bien salvo un detalle poco común para ese tiempo, era negro. Su nombre Ron Stallworth (John David Washington), después de ser aceptado y pasar un tiempo en los archivos, comienza su trabajo en inteligencia, primero infiltrándose en los movimientos por los derechos civiles de la población afroamericana.

domingo, 13 de enero de 2019

LA NOCHE DE 12 AÑOS


Cielito, infierno y tristeza
cuando las horas son frías,
cantándole al hombre nuevo
todo es fe y es alegría.

Cielito, cielo en la noche,
cielito de la memoria,
hijo, madre y compañera
sabrán continuar la historia.
(Daniel Viglietti)

En estos tiempos, se han fijado que uno cuando pregunta por qué película o serie ver, se da por hecho que es Netflix. Será porque ya penetro en nuestro cotidiano o que la sala de cine sólo está para ir a ver películas de superhéroes. No lo sé. Lo que si me queda claro es que estamos en el umbral de un tiempo nuevo. Un tiempo que parece lleno de pesimismo, como si todo lo que advirtió que podía pasar, en realidad pasa peor de lo que incluso se pregonó.
El planeta se plastifica, los animales y plantas mueren y la idea de lo colectivo, que fue lo que hizo que la humanidad fuera constructora de civilizaciones, ahora se le hace creer que es por el esfuerzo individual ha logrado todo lo que tiene. Así la mezquindad, el egoísmo y la falta de empatía con el del lado nos ha ido volviendo clientes que eligen productos. Desde pastas de dientes a presidentes de las naciones. La única certeza o consuelo de estos tiempos mezquinos es que en algún momento terminarán, esperemos que no sea demasiado tarde cuando eso ocurra y podamos revertir todo el daño que ya nos estamos haciendo como planeta y sociedad.
Ya pasamos antes por lo mismo en América del Sur, En Chile lo sabemos bien. Argentina, Brasil, Paraguay, Bolivia y Uruguay vivieron unos años en que el terror superó la normalidad. En que nuestros ejércitos se comportaron de manera vergonzosa. Por más que alguien diga lo contrario, los pactos de silencio, las huidas a otros países, las leyes de amnistía y los guardaespaldas que los señores retirados tienen, son la mejor demostración de que le temen a la historia.
Por lo mismo, ese día de 1973 en Uruguay, sacaron de la prisión a algunos presos tupamaros, las cosas no iban a ser normales para Eleuterio (Alfonso Tort), Mauricio (Chino Darín) y José (Antonio de la Torre), los tres ya no pueden ser presos normales, por lo que son considerados rehenes en un regimiento del ejército uruguayo. La idea es destruirlos desde el interior, el silencio y el encierro pueden carcomer la realidad y transformarla en voces, recuerdos inexistentes y pesadillas que alucinan. Así va pasando cada luna por la celda abrazando en el recuerdo cada nombre, calle y mapa de un país que parece seguir viviendo en la normalidad del horror.
Comunicarse, saber que al otro lado del muro hay otro es algo que nos da esperanza de nuevos bríos.
Lo hacemos como humanidad cuando miramos desde los telescopios a otras galaxias, lo vemos en cada viaje y en cada golpecito que se responde de una muralla nos puede llevar a otras dimensiones, en que saber que la vida nuestra puede continuar y proyectarse. Por eso es importante sumar la fuerza colectiva, por sobre lo individual.
Van a pasar muchas noches entre esos días de encierro en cada calabozo, años en que lo que menos se quiebra es la moral del prisionero político, Desde las cárceles han salido líderes del mundo, para bien y para mal. Debería saberlo cada presidente que cuando encarcela a un Lula da Silva o a un Leopoldo López, lo que está incubando es un futuro Nelson Mandela.  El mundo de Eleuterio, Mauricio y José parece fluir en medio del horror que afuera del regimiento fluye por las calles uruguayas.
Ahora todo parece ser parte de una ficción de otro tiempo, sin embargo, los actuales días en que lo totalitario parece resurgir. Vale la pena recordar que los que alguna vez tuvieron una pistola apuntando en la sien de sus compatriotas, hoy se sienten cómodos en esos nuevos anacrónicos cambios que la nueva historia está esculpiendo para el futuro cercano.
La fortaleza puede más que la tortura, la noche y el silencio, así lo supo José, que al final en 1985 es liberado junto con Eleuterio y Mauricio. El mismo José que en el 2010 se convertirá en José Mujica.

Saludos a todos
La película actualmente se encuentra en la plataforma de Netflix

Bonus Tracks
4.- Trailer

domingo, 23 de diciembre de 2018

ISLA DE PERROS

 Era un callejero con el sol a cuestas,
fiel a su destino y a su parecer;
sin tener horario para hacer la siesta
ni rendirle cuentas al amanecer.

Era nuestro perro y era la ternura,
esa que perdemos cada día más
y era una metáfora de la aventura
que en el diccionario no se puede hallar.
(Alberto Cortéz)

Hace cuatro atrás se despertó el amor que tenía dormido por los perros, en realidad por una perra, Violeta. Una pug igual que todas, aunque yo cuando la veo la encuentro la más hermosa de todas, no recuerdo en qué momento la comencé a querer, pero su ternura y amor verdadero, me cautivaron hasta niveles que aún desconozco en mí. Desde el momento en que me ve llegar y salta de alegría y seguirme en todo momento por todos los espacios posibles, me emociona. Cuando duermo y ella está cerca roncando, pero atenta a que me levante y la siento triste (como yo) cuando me voy… así son estos peludos seres que nos han acompañado en el camino de la humanidad.

Puede ser por lo mismo que cuando me enteré de que Wes Anderson haría una película de stop motion de perros, me entusiasmé en lo que mostraría, hacer películas de perros con la sensibilidad de Hachiko, o cualquier otra es desgarradora siempre, y nos va a mostrar la intrínseca fidelidad canina, puede ser el comodín de cualquier historia. Pero acá la cosa es distinta… o un poco distinta. En Megasaki, Japón; se ha descubierto la gripe canina una enfermedad peligrosa que puede afectar a las personas. El alcalde Kobayashi (Ken Watanabe) decide que todos los perros deben irse exiliados a la isla de la basura. Partiendo como ejemplo con su propio perro Spot.

La isla va alienando a los perros hasta volverlos salvajes nuevamente, el hambre y la traición hace perder la ternura de siempre, pero un avión que cae en medio de la isla con un niño de doce años, les hace tener un poco de sentido al maloliente y hambriento reducto de los perros. Atari Kobayashi (Koyu Rankin) decide con su infancia a cuestas, robar una avioneta y dejarse caer en la isla para buscar a Spot, su perro tutor. Para ellos una pequeña jauría le acompaña King, Duke, Boss, Rex y Chief, el perro callejero. Los perros en realidad no entienden el idioma humano, que en este caso es japonés, pero entienden lo importante que es acompañarlo a buscar a ese desconocido.
En realidad eso de la enfermedad de los perros es una manipulación de la alcaldía para terminar con los perros, de paso ganar las elecciones nuevamente, en contra del partido científico. Pero la tenacidad de Atari es más fuerte, tanto así que el camino por la isla tiene un poco de principito y zorro. En que al final el sabor de una galleta, el cariño de una mano y la lengua de un perro en el puño son sensaciones que emocionan más cuando uno realmente ama a los animales.

Hemos creado tiempos distintos, en la infancia recuerdo como los perros parecían parte del mobiliario de la casa que ahora que son un integrante fundamental en las familias, los puente de amor y ternura. No son nuestros hijos postizos y tampoco es que un perro adoptado ame más (o menos) que uno comprado, simplemente son seres que no entienden de traiciones, de mentiras, ni de odios.  En el universo canino solo queda seguir, oler ese cariño que está impregnado en nuestra ropa, en nuestra voz y en ese ladrido bello que emociona cada día de la corta existencia de nuestros amados compañeros de ruta.

Saludos a todos

Bonus Tracks
4. - Trailer


domingo, 16 de diciembre de 2018

ROMA

Han pasado años desde la última vez que escribí en este lugar, de hecho, desde que nació este espacio sin mayores pretensiones que poder recordar tantas historias que pensé que olvidaría, estaba la idea dejar patente para mi (y tener a mano) las historias que el cine ha regalado. Pero este sitio me dio más cosas bellas, amistades que aún tengo de otras fronteras, nuevas recomendaciones y la sintonía de que las botellas que uno lanza con mensajes llegan a otras costas.
Pero hubo un momento en que ya no era tan entretenido, de que ver una película costaba más que antes, en que la cartelera se llenó de superhéroes y remake de otros tiempos, y las series se han vuelvo más importantes que el cine, esto no es una crítica arrogante de que tiempos pasado sean mejores, más bien todo lo contrario. Hay más creación que antes, hay más cosas en Youtube, Netflix, Amazon, etc. Que han ampliado a niveles insospechados el tiempo que uno podría dedicar a ver tantas producciones. Sin contar la cantidad de nuevas cosas que el tiempo va ofreciendo para nuevas cosas. Sin embargo, siempre he necesitado volver a estas vidas.

Hace rato no veía algo tan maravilloso, tranquilo y emocionante. Es que el Distrito Federal a pesar de estar lejos de Santiago, tiene muchas similitudes en su cotidiano. La familia, ese grupo numeroso que antes éramos, hoy se ha ido convirtiendo en otras cosas. De hecho, son decisiones que todos tomamos en algún momento que va transformando los espacios y disposiciones. Pero todo tiene esa monocromía de la construcción de lo pasado, ahora que es diciembre y uno empieza a comprender que el año fue más rápido que el anterior, que no hubo tiempo para todos esos sueños que nos propusimos cuando nos dimos ese abrazo de enero y parece todo igual que siempre, basta con mirar una foto de un par de años atrás y ya te das cuenta que, en realidad, todo ha cambiado bastante.
Así es Roma, de Cuarón, como un patio que a pesar de lavarlo muchas veces, el reflejo muestra que hay mundos lejanos por explorar en las siluetas, que a pesar de que el regreso a la casa debería tener esa precisión simétrica que produce el cerrojo en la llave, o del auto en el pasillo, no siempre son iguales -de hecho, nunca lo son- hay detalles que nos hacen olvidar que existe la monotonía que mata, lo importante es notar el cambio.

El mundo de Cleo (Yalitza Aparicio) gira entre esa casa de la Colonia Roma, que pareciera ser su todo y el domingo libre, que parece ser su verdadero mundo personal, me trajo a la mente la película Play de Alicia Scherson. El mundo puertas adentro trae esa sensación de que lo que parece tuyo en realidad no lo es, que la imagen que ves en televisión es en parte lo que puedes ver mientras sirves, que el frio lo cubre un techo ajeno, que la cama está en un lugar de la casa del cual se accede desde escaleras invisibles, en que el único refugio es el idioma nativo. Así los ojos de Cleo ven que los pobres y la clase media del México del setenta (muy distinta a la clase media actual) tiene problemas a veces tan parecidos a los de ella. Las soledades son las mismas, a pesar de que los niños, sinceros en el amor y el cariño, son testigos de los duros tiempos que el presente entregó en esos impunes años setenta latinoamericanos.

La soledad es algo que va más allá de estar siempre con mucha gente que te quiere, y nuestras burbujas son pequeños mundos que son parte del quehacer de esa gran historia de nuestros países. Roma tiene tanta nostalgia de un pasado duro, triste, lleno de masacres y un presente no tan alejado de esa generación de nuestros padres. En que las soledades son abrazados con pantallas táctiles, sueños de otros lugares y el deseo de que el tiempo pase pero se quede con lo que amamos cerca para siempre.
Shanti, shanti, shanti.

Saludos a todos

Bonus Tracks
1.- Película en IMDB
2.- Película en Filmaffinity
3.- Ver Roma en Netflix
4.- Trailer

viernes, 22 de enero de 2016

QUILAPAYUN, MAS ALLÁ DE LA CANCIÓN



"Frente a la furia del mar
son inútiles todos los sueños
para qué cantar la canción
de un corazón que es tan pequeño"

Son mis años noventa y en la radio Umbral sonaba La Muralla... de ahí un día me compré el disco "Quilapayún en Argentina", desde ese momento todo fue una aventura tardía para mi, pero no por eso menos interesante... es que ese grupo prohibido en la dictadura, era algo una especie de tabú de la dictadura, como el peor de los monstruos de épocas que yo no viví. Lo poco que sacaba el sello Alerce, lo que encontrabamos comprando en la noche en el paseo ahumada, lo que nos conseguíamos entre conocidos que también les gustaba el grupo y que teníamos algo en común. Todos los que les gustaba Quilapayún estaban igual que yo en esa búsqueda de lo que faltaba. No sabíamos ahí que aún faltaba mucha historia por pasar Willy seguía vivo, hasta el regreso de la banda se añoraba en esos años noventa... y ahora en que la internet, Youtube y los torrent nos permiten bajar la discografía completa en una tarde (yo me demoré seis años para ponerme al día), aún es un asombro en especial verlos en vivo... algo que aún ni la mejor fidelidad en sonido logran.

sábado, 7 de noviembre de 2015

JOVEN Y BONITA


Iré, cuando la tarde cante, azul, 
en verano, herido por el trigo, 
a pisar la pradera; soñador, 
sentiré su frescor en mis plantas 
y dejaré que el viento me bañe la cabeza. 
Sin hablar, sin pensar, iré por los senderos: 
pero el amor sin límites me crecerá en el alma. 
Me iré lejos, dichoso, como con una chica, 
por los campos , tan lejos como el gitano vaga. 
(Rimbaud, Sensación)

Parece extraño ya ver que han pasado 10 años desde que comencé a escribir en este blog, a hablar de cine, a buscar en el rectángulo luminoso las respuestas que mi vida pedía hace años atrás... es que la ambición de no pasar desapercibido en este mundo no significa tratar de sobresalir, convertirse en estatua o ser inmortal... al contrario se trata cada vez más de darse cuenta que el mundo es tan grande, la vida tan corta y es tanto lo que hemos construido, vivido y amado que da una sensación de verlo todo, estar en todas partes y ser un ser humano integro de este planeta. El siglo XXI no has regalado la posibilidad de dejar de estar encerrados en nuestra comarca, nos ha regalado pantallas que nos muestran que en otros latitudes hay otras personas como nosotros, tan habidas de ser y conocer como nosotros, las modas incluso pasan más rápido que las generaciones... el tiempo se ha hecho tan veloz que lo que hoy es algo novedoso en meses ya es algo añejo. Por ejemplo hace un tiempo bailaban en un centro cultural de Santiago muchos grupos K-pop ahora hace mucho tiempo que no los veo ¿dónde se estarán ahora?.

sábado, 13 de junio de 2015

DOS DIAS, UNA NOCHE


Desde hace días, levantarse y prender el televisor se hace una obligación en Santiago de Chile, en la semana puede pasar cualquier cosa, una persona que cae en las líneas del metro es capaz de transformarnos la mañana a gran parte de los que viajamos, una huelga de trabajadores que transportan valores nos dejan sin dinero en los cajeros automáticos o un paro de transportistas convierte en una odisea una mañana. Son en momentos como ese en que la televisión muestra sutilmente lo peor que tiene... la tergiversación de la realidad.
La gente comienza a odiar al huelguista, al suicida y a cualquiera que le impida seguir con su rutina cíclica que nos tiene hipnotizados con la idea de que a fin de mes recibamos el premio por nuestras acrobacias laborales...
Es más común nuestra vista a baja perspectiva en la que nuestros ojos ven hasta el alcance de lo que nuestras manos pueden tocar... y nos quedamos ahí protegiendo las miserias que creemos haber ganado con nuestro esfuerzo.

Hace tiempo que no escribo, a veces uno se hace esclavo de las cosas, me pasó un poco con el blog hace unos años. También es cierto que el cuerpo no da para ver tanto cine, como en esos tiempos, sin embargo el cine sigue ahí y más importante aún... la vida continúa y en ella me ha tocado ver lo mejor y lo peor de la gente. A medida que el tiempo nos va volviendo mayores nos damos cuenta de las necesidades personales y familiares hacen sacar cuchillos, negar amistades por cargos y otras necedades que hacen de algunos pasar de seres humanos a ratas (con el respeto que las ratas se merecen).