martes, 21 de octubre de 2008

BAJO LA ARENA

Mi tia Marianella murió en 1991 de hipertensión, después de un tiempo un día fui a la casa de mi tío y me di cuenta que en la mesa habían dos platos servidos, dos vasos servidos como si hubiese más gente... era su soledad que le hacía creer ( o quería hacerlo) que en algún momento mi tía muerta cruzaría la puerta.
Cuesta tanto entender la ausencia, es dolorosa, egoista y hacerla presente es una opción definitiva, conozco madres que aún conservan las piezas intactas de sus hijos muertos, el olor de sus ropas mantiene la esencia, las fotos se hacen más dolorosas y las palabras que aparecen en los videos de los ausentes ahora toman otro significado. Van pasando los días y a un par de amigos que perdieron familiares hace muy poco han ido realizando trámites relacionados a la partida, desde recuperar fondos, herencias y posesiones efectivas, las lágrimas continuan en forma especial cuando lo cotidiano posee el silencio de una voz apagada, pero como si el tiempo fueran capas de polvo seguimos en pie luchando lo que nos queda por vivir.

Marie y Jean van conduciendo su auto hasta la casa en la playa, como una pareja fiel que se ama con costumbre, con cariño y afecto. La casa sigue intacta con las sabanas que cubren la ausencia en sus muebles, esperando el momento en que las ventanas se abran para recibir la luz interior de ambos residentes. Una cena normal de tallarines una conversación simple pero cargada de amor y una cama que solo se usa para leer y dormir, un bosque lleno de leñas y entre la oscuridad de las piedras una sociedad de insectos trabajando, mientras la mirada de Jean sigue perdida por el horizonte.

El segundo día el viaje a una playa desierta con las toallas en busca de la paz del sonido del mar y un libro. Entre el sol nada mejor que un masaje con la misma crema protectora, las manos de Jean comienzan a repasar las hermosas formas de la espalda de Marie (Charlotte Rampling). Ella se queda rendida ante los dedos que le acarician y se duerme, mientras Jean continúa mirando el bravo oleaje del mar. Después de un breve sueño Marie se da cuenta de que Jean no está al lado suyo, luego al mirar otro lado tampoco lo ve... poco a poco va entendiendo que su esposo desapereció de su campo de visión, nadie lo vio pasar y nadie lo vio llegar...

Jean no llega y han pasado los días, hay que regresar a la ciudad, ella maneja sola con el vacío en el interior, sin deseos de reconocer la ausencia, porque el cuerpo no ha sido encontrado como si fuese tragado por la arena... el presente es más duro y mira con ojos de pena las palabras ilusas que salen de la boca de Marie, como si Jean estuviese vivo, de hecho lo está en algunos momentos de soledad la imagen parece volver, con la magia de François Ozon todo parece ser cierto y falso a la vez...

Duele la ausencia, eso es inevitable aún cuando la voz, la risa y el olor permanece por un tiempo impregnada en nuestras vidas, el presente se encarga de buscar los signos que nos han dejado esparcidos los que han sido arrancados de nuestras miradas... el amor queda, el vacío no se llena ni con otras manos que masajeen esa espalda de Marie, ni con esos besos nuevos, sólo nos queda la memoria para seguir saboreando los labios, y la mirada para encontrar esa parte de la vida que no vimos porque estaba tapada por otro ser.

Sólo hay que seguir viviendo sobre la arena, caminar y seguir queriendo lo creemos.

Saludos a todos

Bonus Tracks
3.- Trailer


4.- Sur le sable por Philippe Rombi
Boomp3.com
5.- Fotogramas



1 comentario:

CLNY dijo...

Me ha llamado mucho la atención! Gracias por la recomendación, espero verla pronto :)
Saludos!