Después de haber hecho una fila de horas para esperar el estreno de Las Dos Torres, la segunda parte del Señor de Los Anillos, en medio de la película cuando llovía sobre el abismo de Helm, nos encontrábamos todos expectantes: los humanos, los elfos, el enano, nosotros los espectadores... en ese momento sabíamos que eramos parte de un momento especial en la historia del cine, en el cual el combate estaba marcando un antes y un después de lo que se mostraría como batalla en el cine... y así fue todo cambió, hasta los combates de Star Wars fueron distintos desde esa escena.
Hace muchos años llegó a mis manos el libro del Canto General de Pablo Neruda, en una edición que traía consigo ilustraciones de Venturelli, era gigante y me leí cada una de las palabras impresionado, era una poesía escrita con tanta fuerza que en algunos momentos me encontré leyendo en una voz alta que se convertía en gritos de libertad, era tanta la fuerza que ejercían esas conjuciones de ideas de Macchu picchu, del pasado colonial, del presente que me sentí leyendo el libro más majestuoso de poesía. Algo que no me pasaba desde Hojas de Hierba de Walt Wittman.
Son pocas las veces que uno se enfrenta realmente a algo majestuoso a veces son libros como para mi el canto general, otras veces son escenas como la del señor de los anillos, me pasa con algunos discos como el Dark side of the moon de Pink Floyd, y con la cantata de Santa María de Iquique, me pasó cuando vi pasar al papa Juan Pablo Segundo y le pasó a algunos conocidos míos cuando conocieron a Fidel Castro... son sensaciones en que el alma parece crecer tanto que te hinchas y sientes que eres un punto en medio de un muro gigante.
Todo este preámbulo es para decir que la sensación de la historia que Akira Kurosawa contó al mundo en el año 1954, es una de las historias más impresionantes que he visto en mi vida, en medio de la simpleza del campesino y el hombre de la ciudad, en esta tragedia griega de injusticias. Me sentí recordando a la lluvia del Abismo de Helm, a la fuerza del Canto General de Neruda, a la majestuosidad del sonido de Pink Floyd, a la emoción de Vamos Mujer de la Cantata de Santa María, a la figura limpia de ese papa polaco pasando por la Gran Avenida de Chile, al metro ochenta de Fidel, en cada minuto era más pequeño por que el sonido de los caballos, las actuaciones de cada personaje y el blanco y negro se arrancaban de mi pantalla para esparcirse por toda la pieza, empapándome de la emoción.
La verdad esta entrada la había escrito hace mucho tiempo, pero le tengo tanto respeto a algunas películas que no me atrevo a contar las cosas, y me había quedado tan largo el post, que lo hice de nuevo.No pensaba agregarla, hasta sentirme más maduro para hablar de este monstruo. Pero todo lo que veo y que he visto tiene algo de los siete samurai... por lo que no me pude contener.
Todo parte desde la diferencia en el vivir que tenemos los citadinos en contraposición de quienes viven en el campo... y cuando digo campo no me refiero a las parcelitas de agrado, o a los obreros agrícolas. Me refiero al campo propiamente tal, a ese que en invierno el barro les llega hasta las rodillas, al campo que cuando caen las heladas pierde su cosecha, al campo a caballo, en que la noche es oscura, en que el baño es un pozo alejado de la casa, ese campo desconfiado y temeroso de lo nuevo.
El campo tiene una imagen tranquila, hasta un poco envidiable, pero en su interior hay una serie de pequeñas tragedias que se esconden en la inmensidad de lo cotidiano, la lógica campesina hacía seguir pacientes el atropello de los asaltantes, que llegaban a pedir una cuota anual para robar. En medio de esta lógica aparece la idea de buscar ayuda externa. De eso lo sabemos bien los subdesarrollados que recibimos constantemente ayuda externa, a veces porque la pedimos y otras porque llegan solos... que solución en este caso... contratar guerreros para que defiendan la aldea. Pero ¿Cómo puede pagar un campesino pobre a un samurai? sólo con las cosechas, los valores son distintos entre la ambiciosa ciudad y el campo, la relación urbano rural es como un mal amor, no hay besos reales entre ellos, hay una traición mutua en que la ciudad envuelve con asfalto la productividad, y a la vez el campo crea la imagen idílica de la naturaleza que engaña a los urbanos escondiendo la dureza de sus días. ¿dónde encontrar hombres que luchen sólo por los derechos que se violan, pero que urge defender?, ¿quién arriesga la vida, por un puñado de pusilánimes que prefieren suicidarse a seguir luchando?.
La verdad si lo hay, (al menos en la historia de Kurosawa) y esa persona reflexiva y casi desencantada se llama Kanbei, un soldado que ha vivido la lucha desde siempre, acepta primero este desafío distinto... es un gran jefe, de esos que sin demostrarse a si mismos con mucha consideración demuestran su liderazgo con una sonrisa amiga, con un abrazo de cariño y lo más importante con la palabra certera en el pensamiento preciso... esos tres elementos son los que hacen que a un líder sea admirado... en general cuando se le tiene miedo al jefe... es por la falta de racionalidad, un mal lider usa el miedo para escudar su miseria. En el caso de Kanbei es su personalidad lo que hace que sea una persona admirable.
Así uno a uno los samurai van llegando al pueblo, a combatir la injusticia... cada uno con una personalidad diferente van a la noble cruzada. se va sumando la incondicionalidad de Shichiroji, la perfección mística de Kyuzo, la percepción y lo ecuánime que es Gorobei, el buen humor y la astucia de Heihachi, la juventud y el idealismo de Katsushiro; y por último el sagaz Kikuchiyo (Toshiro Mifune), el que más se hace notar en la historia ya que no es igual a los otros samurais, de hecho a el se le considera como un triángulo en medio de seis círculos, las cosas no son igual para el que es diferente, yo lo he sentido siempre, para los que han tenido menos oportunidades, porque nacieron pobres, nacieron en el campo, o simplemente porque nacieron en un país subdesarrollado hace que cada logro tenga más significado. En el caso de Kikuchiyo busca ser respetado y reconocido por sus pares, todo lo que hace es no sólo por el bien de sus defendidos, si no que para sentirse aceptado por los demás.
Pero así como en el abismo de Helm, la preparación del campo de batalla tiene como banda sonora el sonido del latido de nuestros corazones, sabemos que se acerca el momento en que todo lo anterior se materializa, hay una tranquilidad expectante que sólo se interrumpe con nuestra propia percusión cardiaca. Todos ya están preparados, los campesinos han aprendido a defenderse con bambúes, los samurais esperan con sus katanas, una ciudad amurallada y la adrenalina, se une con el miedo... ¿o será que ésta es una mezcla de ansiedad, miedo y fuerza?. Hasta que en un momento vuelven los asaltantes a la aldea..
Lo que viene ahora es la madre de todas las escenas ahí se entiende el porqué de las películas del oeste norteamericano son como son, porque existen los jedis de Star Wars, porque la figura del samurai es la imagen del respeto,la nobleza y el honor. En mi caso soy un agradecido cuando en una batalla queda clara la estrategia, en esta ocasión cada movimiento y cada acción, comprenden porque se estuvo más de dos horas y media de película esperando el momento del conflicto final. No importa el blanco y negro de los años cincuenta, más importante que esas primeras camaras lenta o que el uso de tres cámaras al mismo tiempo.
La historia de los samurais no es una épica de esas idealizadas por la historia universal, no tiene Alejandros Magnos, ni Napoleones, ni Che Guevaras, es la historia común y corriente de los campesinos que buscan un poco más de paz y libertad. Como todas las despedidas, el sabor amargo de la ausencia y la felicidad de los ayudados se transforma en una medalla simple para llevar en la memoria, el camino continúa para los samurais y para los campesinos, la ciudad sigue donde está y lo rural ha mantenido su tranquilidad, es dificil para el combatiente descansar, el color de la muerte es el motor del guerrero, la paz sólo ayuda a reflexionar y para los hombres de la guerra la paz es un buen motivo para pelear.
saludos a todos
Son pocas las veces que uno se enfrenta realmente a algo majestuoso a veces son libros como para mi el canto general, otras veces son escenas como la del señor de los anillos, me pasa con algunos discos como el Dark side of the moon de Pink Floyd, y con la cantata de Santa María de Iquique, me pasó cuando vi pasar al papa Juan Pablo Segundo y le pasó a algunos conocidos míos cuando conocieron a Fidel Castro... son sensaciones en que el alma parece crecer tanto que te hinchas y sientes que eres un punto en medio de un muro gigante.
Todo este preámbulo es para decir que la sensación de la historia que Akira Kurosawa contó al mundo en el año 1954, es una de las historias más impresionantes que he visto en mi vida, en medio de la simpleza del campesino y el hombre de la ciudad, en esta tragedia griega de injusticias. Me sentí recordando a la lluvia del Abismo de Helm, a la fuerza del Canto General de Neruda, a la majestuosidad del sonido de Pink Floyd, a la emoción de Vamos Mujer de la Cantata de Santa María, a la figura limpia de ese papa polaco pasando por la Gran Avenida de Chile, al metro ochenta de Fidel, en cada minuto era más pequeño por que el sonido de los caballos, las actuaciones de cada personaje y el blanco y negro se arrancaban de mi pantalla para esparcirse por toda la pieza, empapándome de la emoción.
La verdad esta entrada la había escrito hace mucho tiempo, pero le tengo tanto respeto a algunas películas que no me atrevo a contar las cosas, y me había quedado tan largo el post, que lo hice de nuevo.No pensaba agregarla, hasta sentirme más maduro para hablar de este monstruo. Pero todo lo que veo y que he visto tiene algo de los siete samurai... por lo que no me pude contener.
Todo parte desde la diferencia en el vivir que tenemos los citadinos en contraposición de quienes viven en el campo... y cuando digo campo no me refiero a las parcelitas de agrado, o a los obreros agrícolas. Me refiero al campo propiamente tal, a ese que en invierno el barro les llega hasta las rodillas, al campo que cuando caen las heladas pierde su cosecha, al campo a caballo, en que la noche es oscura, en que el baño es un pozo alejado de la casa, ese campo desconfiado y temeroso de lo nuevo.
El campo tiene una imagen tranquila, hasta un poco envidiable, pero en su interior hay una serie de pequeñas tragedias que se esconden en la inmensidad de lo cotidiano, la lógica campesina hacía seguir pacientes el atropello de los asaltantes, que llegaban a pedir una cuota anual para robar. En medio de esta lógica aparece la idea de buscar ayuda externa. De eso lo sabemos bien los subdesarrollados que recibimos constantemente ayuda externa, a veces porque la pedimos y otras porque llegan solos... que solución en este caso... contratar guerreros para que defiendan la aldea. Pero ¿Cómo puede pagar un campesino pobre a un samurai? sólo con las cosechas, los valores son distintos entre la ambiciosa ciudad y el campo, la relación urbano rural es como un mal amor, no hay besos reales entre ellos, hay una traición mutua en que la ciudad envuelve con asfalto la productividad, y a la vez el campo crea la imagen idílica de la naturaleza que engaña a los urbanos escondiendo la dureza de sus días. ¿dónde encontrar hombres que luchen sólo por los derechos que se violan, pero que urge defender?, ¿quién arriesga la vida, por un puñado de pusilánimes que prefieren suicidarse a seguir luchando?.
La verdad si lo hay, (al menos en la historia de Kurosawa) y esa persona reflexiva y casi desencantada se llama Kanbei, un soldado que ha vivido la lucha desde siempre, acepta primero este desafío distinto... es un gran jefe, de esos que sin demostrarse a si mismos con mucha consideración demuestran su liderazgo con una sonrisa amiga, con un abrazo de cariño y lo más importante con la palabra certera en el pensamiento preciso... esos tres elementos son los que hacen que a un líder sea admirado... en general cuando se le tiene miedo al jefe... es por la falta de racionalidad, un mal lider usa el miedo para escudar su miseria. En el caso de Kanbei es su personalidad lo que hace que sea una persona admirable.
Así uno a uno los samurai van llegando al pueblo, a combatir la injusticia... cada uno con una personalidad diferente van a la noble cruzada. se va sumando la incondicionalidad de Shichiroji, la perfección mística de Kyuzo, la percepción y lo ecuánime que es Gorobei, el buen humor y la astucia de Heihachi, la juventud y el idealismo de Katsushiro; y por último el sagaz Kikuchiyo (Toshiro Mifune), el que más se hace notar en la historia ya que no es igual a los otros samurais, de hecho a el se le considera como un triángulo en medio de seis círculos, las cosas no son igual para el que es diferente, yo lo he sentido siempre, para los que han tenido menos oportunidades, porque nacieron pobres, nacieron en el campo, o simplemente porque nacieron en un país subdesarrollado hace que cada logro tenga más significado. En el caso de Kikuchiyo busca ser respetado y reconocido por sus pares, todo lo que hace es no sólo por el bien de sus defendidos, si no que para sentirse aceptado por los demás.
Pero así como en el abismo de Helm, la preparación del campo de batalla tiene como banda sonora el sonido del latido de nuestros corazones, sabemos que se acerca el momento en que todo lo anterior se materializa, hay una tranquilidad expectante que sólo se interrumpe con nuestra propia percusión cardiaca. Todos ya están preparados, los campesinos han aprendido a defenderse con bambúes, los samurais esperan con sus katanas, una ciudad amurallada y la adrenalina, se une con el miedo... ¿o será que ésta es una mezcla de ansiedad, miedo y fuerza?. Hasta que en un momento vuelven los asaltantes a la aldea..
Lo que viene ahora es la madre de todas las escenas ahí se entiende el porqué de las películas del oeste norteamericano son como son, porque existen los jedis de Star Wars, porque la figura del samurai es la imagen del respeto,la nobleza y el honor. En mi caso soy un agradecido cuando en una batalla queda clara la estrategia, en esta ocasión cada movimiento y cada acción, comprenden porque se estuvo más de dos horas y media de película esperando el momento del conflicto final. No importa el blanco y negro de los años cincuenta, más importante que esas primeras camaras lenta o que el uso de tres cámaras al mismo tiempo.
La historia de los samurais no es una épica de esas idealizadas por la historia universal, no tiene Alejandros Magnos, ni Napoleones, ni Che Guevaras, es la historia común y corriente de los campesinos que buscan un poco más de paz y libertad. Como todas las despedidas, el sabor amargo de la ausencia y la felicidad de los ayudados se transforma en una medalla simple para llevar en la memoria, el camino continúa para los samurais y para los campesinos, la ciudad sigue donde está y lo rural ha mantenido su tranquilidad, es dificil para el combatiente descansar, el color de la muerte es el motor del guerrero, la paz sólo ayuda a reflexionar y para los hombres de la guerra la paz es un buen motivo para pelear.
saludos a todos
Bonus Tracks
1.- Página en IMDB
2.- Comentarios en Filmaffinity
3.- Película en Wikipedia
4.- Go Rin Kai
5.- El pasado medieval japonés
6.- Parte de la banda sonora
7.- Trailer
2 comentarios:
Una de las mejores pelis de todos los tiempos, así lo considero. Rico que la hayas comentado. Me cautiva la fuerza por la lucha de esos campesinos.
Te abrazo con los afectos de siempre!
Enorme post sobre un enorme film. Me gusta la visión poética que da Kurosawa sobre el desarraigo que sufren estos samurais. Al final me quedo con esa frase que dice Perdimos. Saludos!
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