“El trabajo no es, pues, algo que el hombre debe realizar sólo para ganarse la vida; es una dimensión humana que puede y debe ser santificada, para llevar a los hombres a que se cumpla plenamente su vocación de criaturas hechas a imagen y semejanza de Dios”.*
Los parlantes sonaban en las calles de Melo con la voz imponente del Papa Juan Pablo II hablando al mundo de los trabajadores de la República Oriental del Uruguay. ¿qué paradójico? Hablar de trabajo en un lugar donde cuesta tanto trabajar.
Cada cierto tiempo escucho el discurso de algunos de que la gente es pobre porque es floja, cómo si esa fuera la condición única para alcanzar la riqueza, yo detesto esa afirmación, porque no veo nada más ajeno a la realidad que ver que quienes más trabajan en todas las empresas son los de menores sueldos. No es fácil ganar dinero, en especial si se vive alejado de los grandes núcleos urbanos; como en Melo al norte de Uruguay, a más de trescientos setenta kilómetros de Montevideo y de los mejores sueños.
En el Melo de fines de los ochenta se vive al límite en todo los aspectos, la plata no alcanza para vivir mejor, sólo queda cruzar la frontera para contrabandear mercadería entre los cerros que separan a Brasil de Uruguay. El camino difícil y peligroso por la propia policía confiscadora, pero que más queda cuando no queda nada. Sólo seguir cruzando por unos pocos pesos para salir adelante. Es el año 1988 y el Papa vuelve a Uruguay, ahora a recorrer diversos lugares del país, entre ellos Melo, los periodistas hablan de la llegada de más de cincuenta mil fieles para ese domingo ocho de mayo.
El representante de Dios ha querido visitar a los pobres y con ello sacarlos de la pobreza, ¡imagínense! Que haremos con toda gente piensa los vecinos de Melo, por lo mismo cada vecino comienza a invertir en su propio negocio, panes, chorizos, bollos y chapitas de recuerdo del maravilloso día.
Beto (Cesar Troncoso) trabaja con su bicicleta haciendo contrabando a los almacenes uruguayos, es el único ingreso que hay en la familia, no hay nada más que hacer entre tantas familias pobres, la idea es que quede algo para comer y algo para guardar para los estudios de la hija. Mientras más lejos de la capital se está las cosas simples toman más importancia. Mientras todos preparan comida para el día en que el Papa llegue, Beto va más allá, no sólo en sus sueños sino también en el proceso digestivo, entre tanta comida las cincuenta mil personas tendrán la necesidad de ir al baño, que mejor que construir un buen baño para ese día.
Un baño mejor que el pozo negro que actualmente se tiene, un baño que terminará con el pozo negro de la pobreza, un baño cerrado, con taza y puerta, con agua y papel. Un baño lleno de gente feliz de haber visto a la figura del santo padre cerca de su casa. Que raro suena la idea, pero la familia se entusiasma con los sueños de Beto y todo se invierte en el negocio.
Contar más es un crimen, pero no me sentía tan conmovido por una historia desde la vez que ví "El Ladrón de Bicicletas”, es que estas historias de “neorrealismo latinoamericano” que parecieran ser de argumentos simples al oírlos, se hacen distintos cuando en un baño se depositan todas las esperanzas de surgir y de tener cosas; cuando no se tiene el pan todos los días y acercarse a ver que trae la olla es algo que hace tan cercano en esta historia tan bien contada que la risa contiene toda la amargura de la desesperanza. El Papa es una gran anécdota en ese día especial, ahora la historia uruguaya, que obviamente a Chile no llegó (o no ha llegado) contiene esa dualidad entre desesperanza e ilusión que se esparce por todas nuestras pequeñas ciudades que conviven con el mundo rural, las estrellas de la noche, el sonido de los grillos y la mirada brillosa del futuro.
Bonus Tracks
1.- Página en IMDB
2.- Comentarios en Filmaffinity
3.- Página de la película
4.- Trailer
5.- Fotogramas
6.- Camino de Quileros
7- * Discurso de Juan Pablo II,
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