
... Dios mío, Dios mío, Dios mío.
No entendía lo que pasaba a mis quince años en esas páginas de "La Tregua", más joven uno ve la muerte como algo lejano, algo que ocurre en los viejos, en otras galaxias y otras vidas. Entonces no sabía tanto lo que era la ausencia, cuando la compañía hace que la vida sea más hermosa, que las cosas tomen colores propios, que la sonrisa te llena de la vitalidad que el amor le inyecta a nuestras venas, eso de contar contigo, no hasta cien ni hasta mil, simplemente contar contigo... todo eso llenaba mis días de los quince años, mientras las letras de un diario de Santomé me acompañaban en mis viajes de ida y regreso a mi casa.
Dios aparecía por todas partes, tanto así que quería seguir los pasos, encontrarlo porque era el camino natural de esos bellos días de la secundaria, muchos amigos, lugares hermosos y otra persona, todo ello había esculpido una persona mucho más segura de si aunque también una persona más tranquila, era una época de definiciones, donde sabía lo que no quería y lo que me interpretaba... y así en todas ellas las palabras de Mario Benedetti aparecían libros piratas de papel roneo, sus poemas se convirtieron en himnos de mi juventud. Sus libros se convirtieron en mis anecdotas, su voz tranquila y pausada se convirtió en el susurro constante que tengo cuando vuelvo a abrir sus páginas.

Por eso "La Tregua" fue tan importante porque marcó una inflexión en mi vida, me dejé de llorar por lo vivido y comencé a aceptar los momentos, a disfrutar de mis soledades y mis compañías, de hacer lo que me corresponde en cada edad que he cumplido, a no tenerle asco a nada y a tolerar a todos... bueno a casi todo... aún aborrezco a quienes ahora desean tener el poder y en el pasado cercano aprobaron y protegieron a los asesinos y torturadores que aún siguen caminando tranquilos por las calles de Chile... esa fue mi tregua con Dios, sí, Dios con mayúsculas como sustantivo propio... como ese ser que me daba la oportunidad de creer que las cosas si eran lindas y se podían vivir, Santomé y Avellaneda me hacían entender que el amor no tenía distinciones entre edades, credos u otras cosas.



Saludos a todos
5.- Música