martes, 23 de agosto de 2011

LA PROMESA

Era el 2001 en Tacna, para cruzar de ahí a Arica, uno toma unos taxis Opala en que caben cuatro personas atrás, en medio de los asientos se podían poner cosas, algunas de contrabando, cosas pequeñas, más que todo chucherías para vender en el mercado de Arica. Desde ahí partimos en el corto viaje hasta Arica, nosotros volvíamos de un viaje de 30 días por La Paz, Copacabana, Puno, Cuzco, Tacna de nuevo a Chile y al llegar al paso Chacalluta, nos tocó ver el trato que nuestra aduana le da a algunos inmigrantes, para nosotros fue vergonzoso ver que en mi país trataban con altanería a quienes nos habían tratado con gran cariño donde habíamos estado (excepto en Puno). Para algunos desde ahí comienza el calvario de esfuerzo por un trabajo y un sueño de crear en otra tierra, que en realidad no es tan distinta... pero posee una soberbia de castillos de cristal que poco a poco ha ido desmoronándose a lo que es ahora. Mientras algunos siguen aprovechándose de la ilegalidad en la construcción, en el servicio doméstico puertas adentro y en el subarriendo en casas patrimoniales tugurizadas del centro de Santiago. Esa gente inescrupulosa que ve en los ilegales una fuente de su riqueza y de su trata que merece el desprecio y la denuncia siempre.

Igor (Jérémie Renier) es un adolescente que está aprendiendo mecánica automotriz en un taller y que sale con sus amigos a pasear en el kart que ha hecho con su propia motoneta, no tiene grandes lujos y generalmente ayuda a su Roger (Olivier Gourmet) su padre en su negocio que consiste en acompañar un camión que transporta autos a alguna concesionaria, pero que en alguna parte del camino se detienen y comienzan a bajar del interior de los nuevos modelos que saldrán en el mercado, personas de otro color de piel y de otras lenguas a las que Roger las ingresa en su furgón para alojarlas en una vieja vivienda a medio construir en algún lugar de Seraing al oriente de Bélgica, se les pide sus pasaportes y los nuevo inmigrantes comienzan una riesgosa vida como inmigrantes ilegales.

Entre los que llegan se encuentra Assita Badolo (Assita Ouedraogo) que con su bebé en brazos se viene a reencontrar con su esposo Amidou (Rasmane Ouedraogo) un hombre de cuarenta y dos años que parece de sesenta por el trato que le ha dado la vida y el frío belga, perdiendo dinero en las apuestas entre los tres tratan de sobrevivir al frío y a la lejanía con el amor que se tienen. Mientras Amidou para pagar las deudas que tiene con Roger trabaja en el mismo lugar en que habita Assita se dedica a criar al niño y cuidar el ganado que tienen en su pequeño reducto. Los otros residentes también tratan de sobrevivir en la vieja construcción siempre con el miedo de que lleguen los inspectores laborales a certificar que ellos no existan.

La verdad es que Roger es un dèspota que tiene atado a Igor en las responsabilidades y los vicios que su maldito negocio tienen... Para Igor la responsabilidad de ser hijo va más allá de sus propios deseos, es capaz de dejar de aprender en el taller por ir a ayudar a su padre en el turbio negocio... En una de esas ocasiones debe ir corriendo a avisarles a los inmigrantes que deben esconderse porque vienen los inspectores, es en esa situación que Amidou se coloca nervioso, mientras Igor siente que algo cae desde un andamio, al salir al patio descubre a Amidou agónico... sus últimas palabras para Igor son una petición de cuidado a Assita y a su hijito... La respuesta de Igor es... "Lo prometo".

Para algunos los inmigrantes son mercancías que se pueden esconder y explotar al mismo nivel de los esclavos, incluso peor que eso. A muchos adolescentes la figura del padre se les desmorona al descubrir que no sabían tanto como ellos creían y que también tienen problemas, engañan o pelean. Pero Igor tiene razones de sobra para descubrir que su padre es un ser despreciable que lo envuelve en sus retorcidos planes... el quiere que sea su sucesor pero Igor desea escapar de las taras familiares. Al menos el quiere mantener su promesa, para él su palabra es un bien importante que no se puede perder... porque el sigue creyendo que todos somos personas valiosas que merecemos vivir mejor... que no importa lo que diga el timbre del pasaporte, ni menos el color que la piel refleja... ojalá ese mensaje lo aprendieran todos los inescrupulosos que tanto en Santiago, como en Tijuana, Madrid o Seraing se dedican a tratar personas ilegales al peligro y a la deriva de países hostiles... otro fruto más de la desigualdad que hemos sembrado por siglos en lo que vivimos. Los hermanos Dardenne fieles a su estilo directo, crudo y real degarran en esta promesa de vida.

Saludos a todos.

Bonus Tracks
1.- Película en IMDB
2.- Comentarios en Filmaffinity
3.- La Promesse en Wikipedia
4.- Trailer






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