domingo, 5 de septiembre de 2010

LA ULTIMA NOCHE DE BORIS GRUSHENKO

Chile está por cumplir doscientos años de vida independiente, o mejor dicho de la idea de ser independiente, porque la fecha que se celebra es lo menos independentista que se sepa, al contrario el 18 de septiembre de 1810, la Primera Junta de Gobierno se hacía para demostar la lealtad plena al rey de España, cautivo por los ejércitos napoleónicos y no por el afán de ser un estado soberano e independiente.
Pero... está bien... hemos vivido con tantos eufemismos a lo largo de la historia, que uno más da lo mismo... las celebraciones de la patria han dado para todo, desde una bandera gigante que se colocará en frente de La Moneda, que me hace recordar el Zócalo en el DF, hasta los ministros que irán recorriendo Chile recopilando historias de la gente en un cuaderno y una capsula que contendrá elementos de estos años para abrirla en cien años más... aún recuerdo esos días del 2000 cuando el predidente Lagos nos prometía para estos días un puente que unía la Isla de Chiloé con el continente, o un sendero por el que uno podría caminar a pie por todo Chile... si... como si Chile fuera un lugar tan pequeño como Andorra... de eso no queda nada... solo un montón de actos a la patria muy distintos y bastante más chantas (como todos nos imaginábamos) para la celebración un terremoto y unos mineros enterrados bajo tierra se encargaron de cambiar el sentido de cualquier cosa que se quiera celebrar y para los más mal intencionados, sirvió de excusa para tapar la falta de ideas.

Pero las ideas de patria, en general yo las encuentro nefastas cuando se confunden con el gobierno, el deporte o la cultura, son cosas distintas e incluso circunstanciales, no soy amigo de celebrar las grandes batallas, ni las guerras... al contrario me avergüenzan tanto, es como estar celebrando esas peleas con la pareja (mejor se guardan en el baúl de los malos recuerdos, por muy victoriosas que sean). No creo en el heroísmo, más que en el sentido común del instante, para mi ni Prat, ni el ministro de Minería son héroes, simplemente cumplieron con lo que las circunstancias les tocó hacer, sin vuelta atrás... no son víctimas del oportunismo que los medios de comunicación festinan en estos horribles días en que la televisión y los diarios han armado el reality show más patético en torno a unos mineros atrapados.

Por eso admiro a Boris Grushenko (Woody Allen) que no se cree el cuento del heroismo, y lo que menos le importaba era que Rusia fuera invadida por los ejércitos napoleónicos, la patria es algo más importante que ir a matarse, que conocer la muerte, marchar o disparar un rifle... pese a que todo el mundo lo llamó cobarde por no querer ir voluntariamente a luchar por su país... por más que se opuso, tuvo que partir igual al frente de batalla y más que asesinar, se encargó de sobrevivir y lo hizo bien, al destruir el campamento de los generales franceses. A su regreso volvió como héroe, sin hacer nada más que lo que le tocó vivir, su pecho se llenó de medallas y de admiración por el resto de sus compatriotas.

A Boris le interesan otras cosas, está enamorado de Sonja (Diane Keaton) pero ésta se casó con un vendedor de pescados y posee una larga lista de amantes, para calmar su satisfacción. Mientras seduce a la condesa Alexandrovna (Olga Georges-Picot) y se bate a duelo con Anton (Harold Gould). La vida de Boris Grushenko en Rusia está en un plano superior al resto de sus compatriotas, no está interesado en las luchas y en esas excusas de la patria, para luchar y combatir por los enemigos del gobierno.
Al terminar "El Dormilón" la última frase de Miles Monroe era que en las únicas cosas que creía era en el amor (el sexo) y la muerte... y con esos argumentos Boris Grushenko se mueve en su vida, el amor por su prima Sonja y los encuentros con la muerte, con ella conversa y baila mientras paulatinamente se va llevando a algún personaje conocido...

El amor y la muerte son dos cosas reales que no vemos, una porque la sentimos y la otra porque nos arranca de lo que tenemos, ambas son desgarradoras, mientras tratamos de estar más en contacto con el amor, más queremos alejarnos de la muerte, porque son los antónimos de la balanza, no caben más cosas para lograr el equilibrio, ni esa patria que nos venden vestida de uniforme de camuflaje, ni los símbolos que ella representa... amar a las personas, amar lo que se hace sin duda vale más que mil batallas y actos de supuesto heroísmo.

Saludos a todos.

Bonus Tracks
1.- Película en IMDB
2.- Comentarios en Filmaffinity
3.- Love and Death en Wikipedia
4.- Escenas

2 comentarios:

Lully dijo...

200 años no se cumplen facilmente y en cuanto a la independencia, creo que no existe en todo su esplendor.

Un abrazo gigante!

Rogolagos dijo...

Lully
Gracias por los saludos... ahora estamos en plenas celebraciones.