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jueves, 18 de septiembre de 2008

PATAGONIA

¿Quién se irá conmigo?
¿Quién acepta morir al mirarme?

No existir ni muerto

seré el humo azul
que el viento del sur
...
cantó


¿Quién se irá conmigo?
¿Quién acepta morir al mirarme?
y vestir de lluvia,
seré el humo azul
que el viento del sur
cantó...
*

Pese a mi negación del pasado, los Salesianos esculpieron lo bueno y malo que habita dentro de mi. Fueron cuatro años de colegio y seis años después de trabajo pastoral que armaron mis valores y temores, con los que el futuro se ha ido gestando. Dentro del universo del colegio me llamaron la atención tres cosas ese primer día que conocí el colegio... la primera que sonara la Plegaria a un Labrador por Quilapayún, un cuadro a la entrada con los niños muertos en una avalancha en el Cajón del Maipo y las fotos de la Patagonia del Padre Agostini en un segundo piso... yo no sabía lo que eran los glaciares ni las Torres del Paine (bueno... todavía no voy)... esas escenas de los hielos eternos fueron más poderosas y quedaron en mi retina... como un amor escondido hacia las maravillas del planeta.

Para los Salesianos ser los primeros sacerdotes en llegar a la patagonia es un orgullo, no sólo por la acción colonizadora y evangelizadora en Ushuaia, Punta Arenas o Puerto Natales están tapizadas con su presencia por calles, cerros, ríos e iglesias. Era una congregación que recién nacía y Don Bosco, su fundador había muerto sólo unos años antes... sin ver el sueño completo de ver a sus salesianos desde Valparaíso a Beijing. A fines del siglo XIX Magallanes se encontraba en proceso de consolidación, las pampas habían convertido a la lana de las ovejas en el oro blanco, el frío y la fuerza del mar no eran impedimentos para que los europeos llegaran al fin del mundo.

Pero con la llegada de los curas también llegó la cordura a la Tierra del Fuego, porque hasta ese momento no había mayor preocupación por los derechos humanos de los aborígenes patagónicos... es que la sentencia de Darwin era clara, los aborígenes eran bestias y eso calaba hondo en los europeos de esos días. La matanza a mansalva de indios hoy horrorizaría a cualquier noticiero, de los asesinos de esos días, el más famoso fue el rumano Julius Popper que masacró a gran parte de la población indios Onas del territorio... todo bajo el eufemismo de los "enfrentamientos" palabra que las autoridades chilenos utilizarían nuevamente. Acá la mano escondida estaba a cargo de los estancieros que pagaban cada par de orejas de aborigen a una libra esterlina.

Alberto De Agostini nació en los Alpes italianos y llegó a Punta Arenas en 1910, enamorado de los cuentos de esa tierra de montañas andinas con hielos eternos, donde los verdes y los blancos se vuelven celestes, donde vivir es un desafío que se compensa con la belleza. La patagonia ganó un expedicionario, un fotógrafo, un geógrafo y un cineasta que recorrió cada sector del frío mundo meridional. Su cámara recopiló cada elemento de ese mundo nuevo desde la sociedad urbana, los macizos de los cuernos del río Paine, los ventisqueros y glaciares como catedrales naturales, los bosques tupidos, las pampas infinitas, los animales de la región y lo más importante, filmó la conciencia de los vestigios de las últimas generaciones sobrevivientes a las masacres contra los aborigenes.

Pero lo perdimos todo, la muerte acabó con las razas aonikenk, Yamana, Selknam y Kaweshkar, aún recuerdo en mi infancia la entrevista en una revista Mampato a los últimos Kaweshkar que quedaban. Se fue una cosmovisión distinta del mundo, de la creación, de la enseñanza y de la vida... por unas blancas lanas se destruyeron civilizaciones que hablaban con los árboles, que se convertían en monstruos rallados, que viajaban con el fuego por el mar, que combatían el hielo con su propia piel. La barbarie había sido escondida en el hielo, el balido de las ovejas ocultaba los últimos suspiros de los sobrevientes... el olvido y lejanía del mundo parecen acallar esa sangre que riega los pastos.

Pero el viento magallánico es implacable, y trajo hasta este nuevo siglo los fotogramas del sacerdote italiano, para recordarnos lo vivido y lo matado, lo que la tierra nos dejó y lo que hemos ido destrozando como los hielos que se desploman en los lagos como lágrimas de hielo.
Es que... desde el interior del frío se oculta el fuego de esos corazones que latían en un mundo aparte, que no alcanzó a ser preservado para entender el idioma de los árboles, el sonido de los hielos ni el canto de las ballenas... llegamos tarde a escuchar las últimas preguntas que hizo con voz susurrante el último hombre que quedaba de un planeta helado.

¿Quién se irá conmigo?
¿Quién acepta morir al mirarme?
y vestir de lluvia,
seré el humo azul
que el viento del sur
cantó...
*



Bonus Tracks
1.- Comentarios
2.- Escenas con música de Congreso (agregada)

3.- Fotogramas

4.- * Canción de el último hombre,por Congreso
Boomp3.com
5.- El DVD se puede conseguir en Chile en TXT, Petersen (Huerfanos con Mac Iver) y en Bazuca.