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viernes, 9 de septiembre de 2011

YA NO BASTA CON REZAR

Hace unos días hablando con una amiga que hacía clases en un colegio de curas salesianos, me contaba que paradójicamente en el mundo "laico" es un ambiente mucho más honesto, que en el supuesto ambiente religioso. Hay muchos que todavía creen que porque algo o alguien tiene que ver con Dios, es necesariamente bueno... en mi ex-colegio lo pastoral era excesivamente exagerado, cantamos la canción nacional sólo unas cuatro veces en cinco años, pero misas teníamos prácticamente cada quince días... Era un colegio de un ambiente muy bueno, pero creo que muchos de nosotros (y el tiempo y los casos lo confirma) la gran mayoría de los que estudiamos salimos con tremendas trancas en el tema afectivo y una animadversión por la iglesia. En mi caso yo estaba tremendamente influenciado por el catolicismo, algo de ello todavía tengo... por más que reniego, aún cuando quiero que algo salga bien me persigno y rezo... alguna vez escuché que los izquierdistas se acuerdan de Dios, sólo cuando están en tragedia.

Mi época de esceptiscimo religioso fue muy cercana, de hecho a veces me cuesta creer que se existaen un ser superior que creo todo, es que esa fantasía me huele a Santa Claus, un hombre que inventamos para hacernos más felices, como nuestro amigo imaginario. Así cada día esa fe se esfumó... cuando le cuento esto a los que creen, me compadecen muy tristes, por mi "opción"...  me molesta lo que mencionaba al principio... el derecho a propiedad que tienen los religiosos de lo "bueno"... como si el hecho de no ser creyente es parte del mal, atribuciones que se dan sobre todo algunos fanáticos, como el alcalde de Independencia que decía que la presidenta Bachelet era satánica, porque no era católica... el tiempo me ha demostrado que nadie es dueño de lo bueno ni de lo malo...

En la historia de Aldo Francia, por supuesto en Valparaíso, el padre Jaime (Marcelo Romo) es un joven sacerdote católico que va descubriendo las diferencias que hay entre los cerros pobres, y las grandes señores del puerto. El tifus ha invadido a los sectores pobres olvidados, el agua es una mancha oscura que alberga moscas y perros, los niños tienen con sus caras llenas de hambre, el frío viste a la gente obliga a organizarse para vivir mejor... para sobrevivir... repartir la miseria aumenta las posibilidades de no ahogarse entre la muerte. El padre Jaime en cada injusticia que los engranajes no liberan, ni menos fomentan el porvenir.

Una huelga en el puerto, y una canción cantada por el Gitano Rodriguez le recuerda que el tiempo de rezar se acabó hace tiempo, que eso de que bienaventurados los pobres fue una excusa para que las almas se conformen, mientras esperan que en "la nueva vida serán mejores"... así el sacerdote comienza a crecer y a creer de nuevo en que hay esperanza... no es el mismo sacerdote bueno que regala estampitas, es el hombre que marca la diferencia... como Oscar Arnulfo Romero en El Salvador, Camilo Torres en Colombia, Raúl Silva Henriquez en contra de la Dictadura de Chile, André Jarlan en La Victoria, Joan Alsina en Santiago o Antonio Ronchi en Aysén... marcan la diferencia porque la sotana es sólo un detalle más dentro de su grandeza, son los pivotes del cambio social y de la verdadera esperanza. Son los que hacen creer que de verdad los desposeídos, los perseguidos y los aislados pueden superarse, son los testimonios de vidas que nos hacen recuperar la fuerza, la magia y la paz como un manantial en medio de la sed.

Ya no basta con rezar, como película perdida responde a la dirección que Chile llevaba antes de su trauma total, cuando el aire tenía alas y los metales de los corazones golpeaban tan fuerte que las chispas brotaban con la fuerza de los sueños y la palabra no tenía cadenas ni condenas... era libre, era un carbón encendido que no se extinguía y reunía a Chile para construir al hombre nuevo. Ahora que Volodia Teitelboim dio su último aliento, nos vamos quedando cada vez con menos luceros que iluminan la noche y el neón nos confunde sólo queda seguir tocándonos en medio de la niebla tomados todos de la mano para crear lo que soñamos.

Bonus tracks
1.- Página en IMDB
2.- Sobre la teoría de la Liberación
3.- algunas escenas para este blog.

Esta entrada fue publicada el 30 de enero del 2008

miércoles, 2 de enero de 2008

VALPARAISO MI AMOR

Valparaíso es una ciudad sin términos medios, tiene una pequeña parte plana que se ha ido forjando con los escombros del pasado, cada terremoto le brinda nuevo suelo... por eso es raro que existan barcos hundidos en medio de las calles del puerto... el resto son cerros empinados que se encuentran bañados de casas que luchan como los árboles para mirar el mar... porque en Valparaíso para mirar el mar hay que alejarse de él, en el plan no se ve el mar, filas de contenedores impiden la vista del horizonte... pero la bahía se mira desde las casas que se levantan gracias al mágico equilibrio de unas tablitas.
Es una ciudad que se ama o se odia, no pasa indiferente, entre el colorido de las casas, las latas oxidadas, la caca de los perros, los postes llenos de cables, edificios tugurizados escaleras hacia el infinito, ascensores mágicos y una sensación de pasado y futuro... Valparaíso tiene esa belleza de la mujer fea... que de tanto verla se le ama entrañablemente.

Aldo Francia se sintió marcado por el Ladrón de Bicicletas... y vaya que se nota porque hizo otro cine para Chile, fue la época de las películas más clásicas del cine chileno en un mismo período Tres tristes tigres, El Chacal de Nahueltoro y Valparaíso mi mor, tres historias que quedaron marcadas y hacían soñar con una visión nueva del cine neorrealista. Pero en el caso de Aldo Francia que más cinematográfico que Valparaíso real... y cuando hablo de Valparaíso real, no me refiero a ese polígono UNESCO del Cerro Alegre y Concepción... hablo del resto de los habitantes de Valparaíso, de esos que reclaman por todo, que llenan sus ventanas con NO a lo que sea, que no se dejan domar como sus meditarrenos vecinos santiaguinos incapaces de protestar por algo... (Los porteños no hubiesen aguantado el Transantiago... ya hubiesen incendiado La Moneda). En medio de los cerros y de las personas reales se rodó una historia verídica del puerto.
Los carabineros por fin pillan a los cuatreros que robaban animales y faenaban en plenos bosques cercanos a Valparaíso, dos cabros chicos son los culpables y fue descubierto que el papá de los niños era el cuatrero. Ahí empieza la cárcel para el padre y de otro modo la prisión para una familia más... la madre había muerto hace unos años... y el hambre guía el camino de los niños. Así empieza la más neorrealista de las historias que el cine de Chile ha proyectado, desde la historia de cada uno de los miembros de la famila van apareciendo historias que van oscureciendo poco a poco la pantalla. El mar es un imposible en Valparaíso, sólo se puede mirar, es como esas mujeres tan hermosas que uno piensa que jamás besará... y nos quedamos embobados con los colores que brotan del mar para el año nuevo, mientras el glamour y la música esconde una ciudad que lucha entre el óxido y la renovación.
La delincuencia, el trago, la mendicidad, la prostitución, la mortalidad infantil están más cerca de lo que uno palpa y la barrera entre el bien y el mal es casi tan cercana como los cerros al plan, los niños la sufren la tratan de evitar, porque al fin y al cabo son niños que quieren jugar, que sueñan con dormir en camas separadas, en trabajar y comer... Sólo queda para el final un dialogo ciego que nos hace creer que esta todo bien, mientras el olor de la noche porteña ha convertido a los niños en algo distinto.
Valparaíso mi amor fue un golpe bajo para aquellos que amaban ese Valparaíso colorido lleno de orgullo por ese pasado seudoeuropeo, afortunadamente la UNESCO no la vio... se la hubiese enviado a la UNICEF, pero es un reflejo de una ciudad como muchas otras que esconde en palacios grandes la pobreza material, en medio de las ruinas, las áreas patrimoniales... Aldo Francia quiso tanto a su Valparaíso que no escondió sus cicatrices, las besó y en vez de desilusionarlo descubrió la riqueza de la gente, en esos actores que simplemente actuaron lo que les tocó vivir, por mi parte cada vez que estoy en Valparaíso soy más feliz, aunque creo que jamás me iré a vivir ahí, siempre encuentro entre esas ventanas que te contemplan, como una tsunami de casas, un poco de esa poesía mágica que tiene la ciudad más fantástica de Chile.

Muchos saludos a los porteños
y a todos los que leen.


Bonus Tracks
1.- Página en IMDB
2.- Comentario de MABUSE
3.- La visión de Aldo Francia de su película (recomendado)
4.- Escenas