domingo, 9 de agosto de 2020

LOS REYES

Digo ""nuestro perro"" porque lo que amamos
lo consideramos nuestra propiedad
y era de los niños y del viejo Pablo
a quien rescataba de su soledad.

Era un callejero y era el personaje
de la puerta abierta en cualquier hogar
y era en nuestro barrio como del paisaje,
el sereno, el cura y todos los demás.

(Alberto Cortez)

 El paisaje normal de las ciudades de Chile tiene perros callejeros, algo no tan común en otras ciudades. En las calles de Chile hemos aprendido a convivir con los perros, los hemos visto aprender a esperar los semáforos para cruzar las calles. Con el cariño de los que nos movemos cerca y nos enternecemos de esos seres tan sinceros. En mi caso evito mostrar alguna muestra de cariño con ellos, porque me parte el alma dejarlos cuando te siguen, esperando algo más que un cariño esquivo e incomprendido de ciudades que corren veloces mirando a una altura un poco mayor que sus miradas amarillo azuladas.

En medio de tanta historia de marginalidad que nunca está de más insistir, en un país que despierta de su onírico bienestar de plástico, hace bien agacharse y ver la perspectiva que otros seres tienen de la vida. Una vida que parece más simple pero llena de carencias que no pueden gritar lo que sienten. Por eso conmueve tanto ver como en medio de jóvenes que ruedan por las sinuosas pistas del Parque de los reyes, dos perros parecen ser felices de la presencia de los jóvenes. Sentir el amor que les ha sido esquivo en la dura intemperie y lograr comunicar con ello algo que va más allá de la ternura propia de su especie.

Perut y Osnovikoff ya nos tienen acostumbrados a ver el mundo desde otras perspectivas, ahora en medio del sonido del golpeteo del poliuretano en el suelo, el jadeo de “Futbol y Chola” y el diálogo desesperanzador del abandono, ese sonido invisible que los tiempos nuevos ha ido creando a través de realidades utópicas que salen entre distintas bocanadas. La poesía intensa de las miradas de amor incondicional que sólo los perros saben entregar es puesta en contraste con el verde intenso que el parque presenta durante el año. 

 

Los personajes vistos desde sus planos más íntimos y a veces incómodos, siguen ahí inmersos en un mundo de juegos inocentes, hambre, injusticias y una intensa espera por otro poco de amor de alguien que pase cerca de sus negros pelajes. 

Saludos a todos. 

Bonus Tracks

1.- Película en IMDB

2.- Comentariosen Filmaffinity

3.- Trailer


5.- Películacompleta en Ondamedia.cl (gratis, sólo deben inscribirse)

 

lunes, 6 de abril de 2020

DOLOR Y GLORIA


Duélete de mis dolencias 
Si algún día me has querido 
Y Enséñame a ser feliz 
Porque infeliz yo he nacido. 
(Valencia Nieto)

 Hace unos días le mostré a una amiga este blog, muchos de mis conocidos no saben que existe. También es cierto que ya no tiene la misma frecuencia de publicación que hace unos años. Sin embargo, es un ejercicio que ya cumple tiene más de trece años. En estos tiempos tan vertiginosos eso es mucho tiempo. Pero tampoco cuento mucho que existe por un pudor de mostrar mi corazón actual, y sobre todo pasado. Hay cosas que a veces vuelvo a leer y me dan ganas de borrar, o de reescribir. Pero en realidad sería una falta de respeto al tiempo en que las cosas se hicieron. Otras circunstancias, amores y sueños. En especial cuando lo que soñamos fue avanzando por otros caminos.

Puede ser que por eso en uno de mis últimos hermosos viajes que he hecho, en pleno vuelo decidí ver Dolor y Gloria, para un admirador de las obras de Pedro Almodovar, siempre es un privilegio saber que algo nuevo llega. Me pega en lo hondo ver la tristeza en los ojos de Salvador Mallo (Antonio Banderas) vencido, cansado y adolorido por sus batallas internas. Es que el cuerpo se le ha convertido en su prisión. Las enfermedades se le han ido acumulando y el desgano que la depresión entrega un letargo muscular que hace que el día sea un reloj que corre lentamente con un color gris y el sonido de un piano en vez de latidos.

¿Cómo el cuerpo va respondiendo a lo que uno va sintiendo en su ánimo?, somatizar le decimos a ese instante en que aparecen ganglios, tumores y otras materializaciones del desgano. Mientras el pasado parecía otra cosa, algo que prometía un futuro más bello. El canto de Jacinta (Penelope Cruz) mientras lavaban en el río en la España Rural, el color blanco del cal y el cine. Ese que tenía olor a pis y a jazmín, el coro con los curas y las láminas del álbum con las figuras del cine de Hollywood, irían esculpiendo en el pequeño Salvador el talento que su cine pintaba con las luces.

Pero ese pasado hace revisitarse, y volver a ver quiénes éramos hace un año atrás cuando la vida iba por otros lugares, una llamada por teléfono de la Filmoteca de España le invita a Salvador a hacer una nueva proyección de “Sabor” una de sus películas famosas. Al verla de nuevo descubre que, en realidad, no había quedado tan mala como pensaba y que Alberto (Asier Etxeandia) en realidad si actuó bien, aunque el personaje que hizo en la película nunca fue lo que Salvador había pensado. Treinta años le ha costado reconciliarse con esa idea y encuentra justo que Alberto también esté en la nueva proyección.

Las cosas se pueden remendar como una papa en el calcetín, seguir caminando y reconocer que el tiempo enseña, el amor educa, lo vivido acompaña y la familia a veces es una voz sincera que en la ausencia se añora. Ahora que los tiempos nos han obligado a vivir en una cueva como la de Jacinta y el pequeño Salvador, es cuando más se aprovecha esa pequeña instancia en que se puede mirar al cielo, aunque sea con las líneas de una reja desde nuestra profundidad. Pese a todo la luz vuelve a explorar cada uno de los rincones que a veces tratamos de esconder con el dolor.

Saludos a todos


Bonus Tracks
1.- Película en IMDB
2.- Comentarios en Filmaffinity
3.- Dolor y Gloria en Wikipedia
4.-  Trailer

miércoles, 1 de abril de 2020

EL FARO

Si la muerte palidece con un terror agudo 
haz de las cuevas del océano nuestro lecho, 
y que Dios quien oye a las olas golpear, 
se digne a salvar a nuestra alma suplicante. 
¡Por cuatro semanas! 
 (Thomas Wake)

Estamos en tiempos de calmadas tempestades, épocas que sólo habíamos visto en libros de historia, inmóviles, detenidos con una incertidumbre del futuro, sin abrazos, con calles temerosas. Ahora que solo nos queda pensar en lo que realmente vale la pena, nos vamos dando cuenta que mucho de lo que hacíamos, a lo mejor no era tan relevante y le dábamos más importancia a cosas que podrían no estar. De a poco como grandes rascacielos los eventos se fueron suspendiendo, grandes torneos, festivales, encuentros que, uno a uno ha ido cediendo al peligro de la cercanía, de tocarse y esparcirse. A pesar de ello hay que tratar de seguir dando la batalla en medio de esta nueva época.