En estos
tiempos nuevos, algunos matinales se asombran y conmueven de ver como vive la
gente pobre en Chile, por años la pobreza en televisión le han puesto el nombre
maquillado de “gente de esfuerzo” o pobreza honrada. Cuando salía un pobre se
recalcaba su felicidad “con tan poco”, como si fuera la cara de Dios, el pobre
que el Padre Hurtado le decía “Patroncito”, el de la señora Juanita, de don Pepe,
de las tías del aseo y otros tantos nombres que les damos de cariño pero que nos
implican, ojalá no saber qué hay más allá de ni siquiera conocer su apellido.
Así por años hemos estado construyendo sociedades de castas, que para muchos
eran mejores mientras menos pobres se te cruzaban por el camino, ha ido
cambiando a un nuevo tiempo.
The lunatic is on the grass
The lunatic is on the grass
Remembering games
and daisy chains and laughs
Got to keep the loonies on the path
(Brain Damage, Pink Floyd)
Pensar que hace una semana atrás dentro de las cosas
sorprendentes de octubre sólo estaba el Joker, no porque fuera superficialidad,
ni porque mi vida no tuviera ninguna otra cosa interesante (cosa que no es
cierta). De hecho, tenía pronosticado volver a verla en el cine, algo que este
año sólo había ocurrido con Rocketman. Entrar a ver el Guasón (horrible nombre
que en Chile tiene el enemigo de Batman) fue una de las experiencias más
impactantes de este 2019 (hasta ese momento) y desde que salí del cine, la
sensación proselitista de querer que más personas vieran la película llegó
incluir a mis padres. Así que parto diciendo que el Joker es una de las mejores
películas que he visto en mi vida… así de directo.
Arthur Fleck (Joaquin Phoenix) parece ser uno más que
respira en las calles de Ciudad Gótica, uno que camufla su tristeza con tapiz que
los años ochenta tiñe la memoria, la convulsión y la decadencia urbana.Arthur es parte de la desesperanza, de la
burla y la anormalidad. La única cordura a veces parece tenerla en la figura de
su cansada madre. En medio de su soledad la señora sólo piensa en la respuesta
que Thomas Wayne (Brett Cullen), el magnate y antiguo jefe, le conteste de sus múltiples
cartas.
Pero a veces también un puñal en el alma. (Eduardo Carrasco)
Pasa el tiempo y los malos recuerdos se van oxidando hasta
que parecen borrarse, por eso muchos comienzan a recordar con nostalgia esos
tiempos pasados de infancia en que todo parecía juegos y un mundo más fácil. Pasa
el tiempo y los sueños se van transfigurando hasta convertirse en cotidianos,
que a veces si se enfrentaran serían completamente opuestos al pasado y al
presente. Pasa el tiempo y los colores de las banderas de lucha se van
destiñendo hasta volverse conscientes de que hemos construido utopías en
nuestras mentes y las palabras, que marchan buscando revoluciones, han ido transmutado nuestra propia historia.
It's a little bit funny this feeling inside
I'm not one of those who can easily hide
I don't have much money but boy if I did
I'd buy a big house where we both could live
If I was a sculptor, but then again, no
Or a man who makes potions in a traveling show
I know it's not much but it's the best I can do
My gift is my song and this one's for you
Es curiosa esta sensación interior
No soy de los que se ocultan fácilmente
No tengo mucho dinero pero si así fuera
Compraría una casa grande donde pudiéramos vivir
Si yo fuese escultor, pero una vez más, no lo soy
O un hombre que hace pócimas en una caravana
Se que no es mucho pero es lo mejor que puedo hacer
Mi regalo es mi canción y esta es para ti
Exacto, es curiosa la sensación que van provocando las
canciones en nuestra vida, hace unas noches insomnes, me acordé de una canción
que no escuchaba hace más de 20 años, porque la tenía en un caset, en estos
tiempos de inmediatez la reencontré en Youtube (porque lo que a uno se le ocurre,
alguien ya lo hizo en Youtube), sin darme cuenta encontré la llave a una
habitación de mi mente que pensé que había perdido. Mi boca se movía sola y
emitía en sincronización las mismas palabras que esos ritmos ya parecían provenir de una
vieja máquina en desuso. La música lo hizo de nuevo, siempre ha vencido al
olvido, la mentira y al tiempo. Por eso las grandes hazañas se recuerdan mejor
en canciones.
Allí van cruzando su ciudad
Taquillando en sus autos
O en el de su papá
Disfrutando de la juventud
Del derecho de herederos
De los dueños de América del Sur
A veces unos tienen ganas de igualar
Forman entidades, juegan a luchar
De exclusos o reclusos
Y de intelectual
Y todo sigue tan igual
Tan igual (Los Prisioneros)
Hace un tiempo en un programa de televisión un señor enseñaba a ser cuico (una persona con comportamientos de rico en Chile), para ello decía que hay que ser en primer lugar caballero, comportarse bien y tener mínimo un auto Mercedes Benz, los Toyota acá no entran en la categoría. Así como en Chile, en todos los países del mundo, incluídos los más pobres, siempre hay una clase que con sus privilegios domina los lugares.
"Si gano, soy americano, no afroamericano. Pero si hago algo malo, entonces se dice que soy un negro. Somos negros y estamos orgullosos de serlo. La América negra entenderá lo que hicimos esta noche" Tommie Smith, 1968.
Tres mujeres hace unos días se sentaron a mirar un lago en el sur de Chile, en un instante un señor en traje de baño se acercó a ellas para pedirles que se retiraran de lo que el consideraba su propiedad, siendo que en Chile todas las orillas de mar y de lagos son propiedad del estado y todos tenemos libre acceso a ello. Él, al parecer, sentía que la verdad esa ley no era algo que le incumbiera. Las mujeres no sabían quién era el señor, grabaron lo que ocurrió y así nos enteramos todos del señor que las expulsó, un connotado gerente del gas, que con el paso de los días fue desvelando también la personalidad que el señor tiene en otros ámbitos que en este tiempo están causando menos pudor de revelar.
Es que de un tiempo a esta parte reconocerse como “conservador” ya no parece ser un estigma, se puede reconocer públicamente que Pinochet “hizo cosas buenas”, que los golpes de estado a veces son necesarios, que muchos esperan que los militares en Venezuela se rebelen, entre otras nuevas “verdades reales” no molesten el “derecho inalienable” al esfuerzo individual, por sobre el colectivo.
En plenos años 70 cuando el soul inundaba la noche estadounidense, el pelo afro era la envidia y los afroamericanos comenzaban a organizarse, las comunidades miraban con recelo ese peligro que podía ser el Black Power, desde ese himno con un puño enguantado del olímpico Estadio Azteca del 1968. En Colorado Spring un joven tiene el deseo de ser policía, todo puede ir bien salvo un detalle poco común para ese tiempo, era negro. Su nombre Ron Stallworth (John David Washington), después de ser aceptado y pasar un tiempo en los archivos, comienza su trabajo en inteligencia, primero infiltrándose en los movimientos por los derechos civiles de la población afroamericana.
Cielito, infierno y tristeza
cuando las horas son frías,
cantándole al hombre nuevo
todo es fe y es alegría.
Cielito, cielo en la noche,
cielito de la memoria,
hijo, madre y compañera
sabrán continuar la historia.
(Daniel Viglietti)
En estos tiempos, se han fijado que uno cuando pregunta por
qué película o serie ver, se da por hecho que es Netflix. Será porque ya
penetro en nuestro cotidiano o que la sala de cine sólo está para ir a ver
películas de superhéroes. No lo sé. Lo que si me queda claro es que estamos en
el umbral de un tiempo nuevo. Un tiempo que parece lleno de pesimismo, como si
todo lo que advirtió que podía pasar, en realidad pasa peor de lo que incluso
se pregonó.
El planeta se plastifica, los animales y plantas mueren y la
idea de lo colectivo, que fue lo que hizo que la humanidad fuera constructora
de civilizaciones, ahora se le hace creer que es por el esfuerzo individual ha
logrado todo lo que tiene. Así la mezquindad, el egoísmo y la falta de empatía
con el del lado nos ha ido volviendo clientes que eligen productos. Desde pastas
de dientes a presidentes de las naciones. La única certeza o consuelo de estos
tiempos mezquinos es que en algún momento terminarán, esperemos que no sea
demasiado tarde cuando eso ocurra y podamos revertir todo el daño que ya nos
estamos haciendo como planeta y sociedad.
Ya pasamos antes por lo mismo en América del Sur, En Chile
lo sabemos bien. Argentina, Brasil, Paraguay, Bolivia y Uruguay vivieron unos
años en que el terror superó la normalidad. En que nuestros ejércitos se comportaron
de manera vergonzosa. Por más que alguien diga lo contrario, los pactos de
silencio, las huidas a otros países, las leyes de amnistía y los guardaespaldas
que los señores retirados tienen, son la mejor demostración de que le temen a
la historia.
Por lo mismo, ese día de 1973 en Uruguay, sacaron de la
prisión a algunos presos tupamaros, las cosas no iban a ser normales para
Eleuterio (Alfonso Tort), Mauricio (Chino Darín) y José (Antonio de la Torre),
los tres ya no pueden ser presos normales, por lo que son considerados rehenes
en un regimiento del ejército uruguayo. La idea es destruirlos desde el
interior, el silencio y el encierro pueden carcomer la realidad y transformarla
en voces, recuerdos inexistentes y pesadillas que alucinan. Así va pasando cada
luna por la celda abrazando en el recuerdo cada nombre, calle y mapa de un país
que parece seguir viviendo en la normalidad del horror.
Comunicarse, saber que al otro lado del muro hay otro es
algo que nos da esperanza de nuevos bríos.
Lo hacemos como humanidad cuando
miramos desde los telescopios a otras galaxias, lo vemos en cada viaje y en
cada golpecito que se responde de una muralla nos puede llevar a otras
dimensiones, en que saber que la vida nuestra puede continuar y proyectarse. Por
eso es importante sumar la fuerza colectiva, por sobre lo individual.
Van a pasar muchas noches entre esos días de encierro en
cada calabozo, años en que lo que menos se quiebra es la moral del prisionero
político, Desde las cárceles han salido líderes del mundo, para bien y para
mal. Debería saberlo cada presidente que cuando encarcela a un Lula da Silva o
a un Leopoldo López, lo que está incubando es un futuro Nelson Mandela.El mundo de Eleuterio, Mauricio y José parece
fluir en medio del horror que afuera del regimiento fluye por las calles
uruguayas.
Ahora todo parece ser parte de una ficción de otro tiempo,
sin embargo, los actuales días en que lo totalitario parece resurgir. Vale la
pena recordar que los que alguna vez tuvieron una pistola apuntando en la sien
de sus compatriotas, hoy se sienten cómodos en esos nuevos anacrónicos cambios
que la nueva historia está esculpiendo para el futuro cercano.
La fortaleza puede más que la tortura, la noche y el
silencio, así lo supo José, que al final en 1985 es liberado junto con Eleuterio
y Mauricio. El mismo José que en el 2010 se convertirá en José Mujica.
Saludos a todos
La película actualmente se encuentra en la plataforma de
Netflix