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domingo, 9 de octubre de 2011

HEREMAKONO

Aunque llegué al final del viaje, 
Jamás sentí que hubiera llegado. 
Tomé la carretera 
Que sube despacio la cuesta de las preguntas, 
y que me lleva incluso a descender 
a la tierra que conduce a casa. 
Yo sé 
Que mi carne está limpiamente mordisqueada, 
perdida para el perturbado pez entre las vainas susurrantes
Yo los dejé atrás en mi ruta 
Y así también con el pan y el vino 
Necesito la repartición de derrota y carestía 
Yo los dejé atrás en mi ruta 
Jamás sentí que hubiera llegado 
Aunque amor y bienvenida me atrapan en casa 
Los usurpadores pasan mi copa en cada banquete 
como en una última cena*

Para algunos partir puede ser algo más fácil que para otros, especialmente cuando las raices son más cortas o hay menos cosas que aten al pasado. Por un lado a esos los envidio, pero por otro también les tengo un poco de pena, porque sentirse parte de algun lugar es parte de lo que nos viste y nos abraza, por lo mismo nos cuesta despojarnos de lo que la vida nos agrega.

Nouadhibou está en una península que se forma en Mauritania, pese a tener por el oeste y el este, el desierto del Sahara sigue intenso por los ojos de quienes habitan el lugar. No hay tanto que hacer bajo el ardiente sol africano, lo mejor es sentarse en una sombra a esperar que llegue un poco de calma. En medio de esas horas intensas de la canícula, llega un auto averiado a la ciudad el joven  que lo maneja no entiende mucho el hassaniya, un dialecto nativo en el Magreb occidental, pero pese a ello puede llegar en el taxi hasta la ciudad. Así con diecisiete años Abdallah (Mohamed Mahmoud Ould Mohamed) llega a despedirse de su madre antes de viajar a Europa.

La pequeña ciudad de Nouadhibou se encuentra en el dificil momento de mantener sus tradiciones o dejar que la modernidad la transforme,es un lugar de pescadores que no tiene mucho que ofrecerle a Abdallah, pese a la tristeza de su madre (Fatimetou Mint Ahmeda), ella tendrá que aceptar la ausencia de su hijo. Al mismo tiempo el visitante se siente cautivado por el viejo Maata (Maata Ould Mohamed Abeid) quien ha tomado como aprendiz a unKhatra (Khatra Ould Abder Kader) un niño huerfano que lo acompaña admirado de todo lo que sabe el viejo. Pese a que le prohibe algunas canciones y a veces lo reta, la relación de ambos está marcada por la muerte, al niño le sigue llamando la atención los momentos de la partida total y por lo mismo se aferra a la luz de las ampolletas y a la magia que la electricidad les da a las vidas.

Abdallah no entiende mucho, lo que hablan y por lo mismo prefiere quedarse en el interior de la casa, desde ahí mirar por una pequeña ventana lo que ocurre en el exterior como si fuera un pequeño televisor que muestra esa cultura que no adquirió y esa lengua que no adoptó. Ahora que no es de ahí, está más dispuesto a ser de otro lugar tomar el barco y alejarse del desierto. Mientras acá quedarán los niños dejando la túnica para vestir un overol y las niñas aprendiendo a cantar... en un tono pausado y tranquilo como la vida en una ciudad desértica, no hay que esperar un gran argumento para entender que lo cotidiano que la vida tiene en sus tradiciones a veces no alcanza para que los jóvenes queran seguir donde estan... el mundo cada día se hace más ancho y nuevas ventanas se abren para verlo de otra forma. Abdallah y Khatra son los opuestos de un mundo que nos está transformando... como hoy está cambiando el Magreb.

Saludos


Bonus Tracks
1.- Película en IMDB
2.- Comentarios en Filmaffinity
3.- Heremakono en Patio de Butacas
4.- Trailer

5.- Nouadhibou, Mauritania en Google Maps
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* "Viaje" de Wole Soyinka