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En el caso de Sandro, un asalto al bus 174 cerca del Jardín Botánico en Río de Janeiro se transforma en el horror, cuando se siente descubierto en una torpe acción decide tomar de rehenes a los pasajeros del bus…
¿Les suena conocida la historia? Puede ser porque la noticia saltó fronteras y llegó nuestros oídos como esos cortos internacionales que no duran menos de quince segundos, y que en los diarios no alcanza ni media columna… o tal vez en un documental de Discovery Channel.
La toma de rehenes del bus 174, es una noticia impactante para el Brasil de esta década, en la era de los realitys… la situación de este joven es seguida por millones de televidentes en Brasil. Como todas las tomas de rehenes en América del Sur siempre terminan mal para el secuestrador (menos en Colombia), en este caso no es la excepción… pero la historia del maldito ladrón que secuestra…tiene un perfil distinto al de todo ladrón… Sandro Do Nacimento es un niño de la calle.
Es parte de la ciudad invisible, esa que nos pide a gritos que la veamos… pero que nuestros ojos la transforman en árboles, postes, bancos de las plazas… en otra parte del mobiliario urbano, son esos manos que se acercan cuando el semáforo está en rojo. Son esos niños que piden, los que habitan la ciudad mientras dormimos en que el alimento diario es el neoprén, y el frío es su manta nocturna… son esos los niños que roban, los que mueren… y los que en este momento están en la calle… como alguna vez lo estuvo Sandro.
Los lentes de todas las cámaras apuntan al bus detenido, los policías con toda la adrenalina y el poder de su lado para masacrar cuando puedan, se mantienen a la expectativa de los movimientos del secuestrador… Los televisores y las radios se mantienen atentos al desenlace de esta historia.
Ese doce de junio del 2000, la historia terminó mal… el odio pudo más que la razón, ese día todos se transformaron en delincuentes… el secuestrador, los policías deseosos de sangre, los periodistas esperando la masacre y los que curiosos que sólo querían linchar al asaltante.
Ese doce de junio en Río de Janeiro, lo humano cedió a lo visceral, al miedo y al desprecio… desapareciendo la noticia en unos días nuevamente… Pero José Padilha fue más allá que la propia muerte… más que esas horas de secuestro… fue a las fuentes de la vida del joven secuestrador… ahí aparecen los fantasma del asesinato de su madre cuando fue niño (y delante de él), es el asesinato de niños de la calle por parte de la policía… es el miedo y los sueños que se van desvaneciendo como su cuerpo… Como nuestra consistencia como personas se nutre de sueños… por cada sueño que perdemos, nuestra vida se va esfumando hasta ser parte de los sin sueños, los que la vida es sólo un castigo.
Eso es lo que no vemos, no vemos los sueños ajenos, los niños de la calle, los ancianos abandonados, entre ese color en la piel tostado de tanto días de sol, entre esa ropa oscura… la esperanza sólo es seguir con vida. Padilha muestra la ciudad invisible, la que grita para hacerse presente… para poder soñar… para poder vivir como todos.
Saludos.
En Chile la película está en algunos video club, o en algunas bibliotecas
El catorce de agosto de 1941, en el campo de concentración de Auschwitz - Birkenau muere por una inyección de cianuro el sacerdote polaco Maximiliano Kolbe, eligió la muerte para mantener la vida de un padre de familia. El Papa Juan Pablo II lo canonizó como santo en 1979 por esta acción… (y por su vida también).
El sucesor de Pio XI, fue Eugenio Pacelli un acérrimo anticomunista que se hizo llamar Pio XII, durante su Pontificado tuvo cosas más importantes que hacer que ver como se exterminaba un pueblo y de ver a sus ovejas matarse entre si. Era más importante combatir el comunismo, que ver los campos de exterminio del nazismo. Es más cuando terminó la Guerra, en una “noble acción”, exhortó a los Aliados a perdonar a los que habían perpetrado los asesinatos más atroces de la humanidad.
Mentir no sólo es decir algo que es distinto a lo que se piensa, también es saber lo cierto y no decirlo cuando corresponde.
El silencio comienza con la silaba si, cada boca que calló cuando tenía que gritar lo que sabía hizo un acto criminal y muchos en Europa silbaban mirando al cielo, mientras los trenes repletos de judíos se dirigían a Polonia. Cuando terminó la Guerra todos rasgaron vestiduras por el horror del Holocausto, pero el Vaticano, Austria, Croacia, Eslovaquia, la Francia de Vichy, Italia, Suiza, Portugal y la España de Franco se habían quedado en silencio apoyando el fascismo … y con un poco de gusto dejaron que las cosas siguieran su curso, con un largo Aaaameeen.
Amén, significa Así sea… y así fue. La película de Costa-Gavras recupera esa parte de la historia que estábamos olvidando… cuando las iglesias cristianas no se quisieron pronunciar por las muertes del nazismo. Cuando los esfuerzos se centraron en esa neutralidad cobarde, cuando importó más arrodillarse en el Gloria para luego abrir la boca para recibir la hostia, rezar y salir del templo, sin escuchar el sonido de las monedas en los tarros que hacen sonar los mendigos.La iglesia se comportó como sus fieles que creen que porque van el Domingo a la Eucaristía ya son buenos, como esa iglesia que se cree caritativa porque entrega limosnas, y hace encíclicas en contra de lo que sea. Mientras el gas seguía quemando cuerpos, mientras se seguía fabricando jabones con la grasa judía, y colchones con su pelo, mientras las cenizas se esparcían por Polonia.
Los gritos de dolor se escondían cantando más alto, pero llegó Costa-Gravas con su historia a decirnos ¡esto hicieron los nazis!, así hizo la iglesia y esto hicieron algunos sacerdotes como Maximiliano Kolbe o como Ricardo Fontana tratando de denunciar lo que pasaba.
Costa-Gravas una vez más nos clavó otra verdad en nuestras conciencias, como en Desaparecido o en Estado de Sitio, ahora nos sigue recordando que las cosas no están bien… pero a medida que la sinceridad exista las cosas son un poco mejores.
Saludos
Hace unos años las volví a ver ahora muchísimo mayor, pero no pensé que el desgarro iba a ser igual, es que el sonido del disparo en el bosque he visto como lo han sentido algunos amigos y he visto su desazón al despedir a sus padres… lo vi ese día reflejado en mi mamá llorando en la cocina de su casa de niña, mirando el retrato de mi abuela y mi abuelo, en mi amigo Héctor cuando un repentino cáncer se fue con su papá, lo vio Alejandro cuando su mamá partió, Sandra cuando la imagen de su madre se perdió en el horizonte después de una larga despedida; lo ve Lili en ese Océano desde la ventana del avión que aterriza en París.
y los que pueden aún abracen a sus padres.