martes, 5 de enero de 2010

LA PIEL DURA

Cargan con nuestros dioses y nuestro idioma,
nuestros rencores y nuestro porvenir.
Por eso nos parece que son de goma

y que les bastan nuestros cuentos para dormir.
Nos empeñamos en dirigir sus vidas

sin saber el oficio y sin vocación.

Les vamos trasmitiendo nuestras frustraciones
con la leche templada y en cada canción.

No me di cuenta del momento en que dejé de ser niño, debe ser porque nunca he dejado de serlo, ahora como niño grande me hace feliz ver a los niños más pequeños, disfruto cada palabra nueva que aprenden, me gusta ver como hablan esos ojos grandes que se sorprenden de las cosas bellas, adoro la inocencia y la honestidad de sus mágicos días... esos bebitos que parten apretando tu dedo como su primer reflejo o en esos momentos en que descubren sus manitos, cuando dan sus primeros pasos y cantan felices.

Para Truffaut los niños eran parte de las cosas que más amaba de la vida, junto con el cine y las mujeres... queda demostrado en películas como Los cuatrocientos golpes, El niño salvaje y ésta. Que es una oda a los niños, con la honestidad que sólo él logró con el lente, para muchos parece no tratarse de nada, pero en realidad La piel dura es una declaración de principios de lo que hemos construido con los niños... que entre tanta resistencia que tienen a los maltratos y descuidos van ayudando a construir las trancas que nos van acompañando por el resto de los días.

Un colegio en Thiers es el escenario para ir mostrando las distintas facetas de los niños, no importa si son ricos o pobres, grandes y chicos, niños y niñas, el cosmos infantil se llena de viajes de ilusión que van enseñando a crecer y a convertirse en los enemigos de los adultos (al menos así lo veía Truffaut), los adultos no hacen maldades tienen accidentes, un niño que quiebra un plato es una maldad. Desde el momento del parto no es mucho lo que realmente sabemos de ser padres, ¿y ahora que hay que hacer? parece ser la pregunta de siempre.... y sin querer nos damos cuenta que lo que nuestros padres nos dijeron se va repitiendo en nuestras bocas, desde comer cosas que alimenten hasta dormirse temprano... y así parecemos más adultos que lo niños que somos.

Amar es algo que se esconde en la niñez, aún recuerdo el día en que le dije a mi hermana mayor que me gustaba como cantaba María Martha Serralima y ella le contó a todos que yo estaba enamorado de la cantante... y cada vez me ponía furioso que me molestaran con ella. Ahora lo cuento como una anecdota... pero en la infancia lo sentí cruel. Pese a la vergüenza el amor está presente siempre desde la infancia como parte de lo que seremos y lo que queremos. Los besos son extraños, tienen ese sabor a dulce y a misterio, la vida eso que ha sido tan corto parece ser por cada año un tren que viaja tan veloz que el paisaje se pierde, pese a lo que transmitimos en nuestro idioma, nuestra historia y nuestros miedos. Nuestro niño viejo que se viste de nosotros se refresca con lo más hermoso que la vida nos da en el momento en que un niño ríe. Las sonrisas limpias son colores y caricias para los ojos, son gotas de vida que se posan sobre nuestras canas, son sueños reales y fantasías ilusas, son el motivo para seguir luchando para que las cosas sean mejores y más honestas.

Por ahora nos toca no seguir embarrándola y empezar a besar a los hijos, sobrinos y nietos de las familias... es lo mínimo que se merecen por hacer mejor nuestras vidas, porque así como en su título original l'argent de poche los niños son nuestra alcancía al la esperanza.

Bonus Tracks
1.- Película en IMDB
2.- Comentarios en Filmaffinity
3.- Reseña
4.- Página de Truffaut
5.- Trailer



All photos © Hélène Jeanbreau

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