sábado, 22 de junio de 2019

ROCKETMAN

 It's a little bit funny this feeling inside
I'm not one of those who can easily hide
I don't have much money but boy if I did
I'd buy a big house where we both could live

If I was a sculptor, but then again, no
Or a man who makes potions in a traveling show
I know it's not much but it's the best I can do
My gift is my song and this one's for you



Es curiosa esta sensación interior
No soy de los que se ocultan fácilmente
 No tengo mucho dinero pero si así fuera
Compraría una casa grande donde pudiéramos vivir
 Si yo fuese escultor, pero una vez más, no lo soy
O un hombre que hace pócimas en una caravana
Se que no es mucho pero es lo mejor que puedo hacer
Mi regalo es mi canción y esta es para ti


Exacto, es curiosa la sensación que van provocando las canciones en nuestra vida, hace unas noches insomnes, me acordé de una canción que no escuchaba hace más de 20 años, porque la tenía en un caset, en estos tiempos de inmediatez la reencontré en Youtube (porque lo que a uno se le ocurre, alguien ya lo hizo en Youtube), sin darme cuenta encontré la llave a una habitación de mi mente que pensé que había perdido. Mi boca se movía sola y emitía en sincronización las mismas palabras que esos ritmos ya parecían provenir de una vieja máquina en desuso. La música lo hizo de nuevo, siempre ha vencido al olvido, la mentira y al tiempo. Por eso las grandes hazañas se recuerdan mejor en canciones.

Eso también me ocurrió al entrar al cine sin saber más que era parte de la vida de Elton John, un cantante que por mucho tiempo pasó en paralelo en mi vida, hasta que una querida amiga del trabajo hace unos 10 años atrás, me hizo ponerle atención a la misma canción Your Song. De ahí me di cuenta de que su música estaba más cerca de lo que creía. Empapelando como murales los caminos que mi tiempo ha tenido esta última década, fui recuperando eso que mis oídos escuchaban pero que no le tomaban atención, y ¡vaya que me emocioné!, después llegó un viaje en el que presencié el musical The Lion King, en el que ya las fibras de la emoción y la música se convierten en un torbellino de latidos, lágrimas y piel erizada.
Por eso hablar del Rocketman que acabo de ver en el cine, es una experiencia sesgada para mí, porque fuera como fuera me iba a emocionar, más que ver a Elton John en vivo actualmente, es ver al de los años setenta, venciendo sus miedos, el caos familiar y asesinando a Reggie Dwight, para convertirlo en Elton (Taron Egerton). El personaje que todos tenemos que crear con nuestras vidas, no ese que quieren que nuestras familias seamos, ese que tiene sus sueños, sus decisiones y su tiempo nuevo. Que se equivoca y se confunde, que se es consciente de lo que es capaz de hacer, pero también inconsciente del daño que va dejando por los bordes del sendero.
Rocketman, es un musical que hace que agregar esa magia a la fábula del niño destruido por la indolencia de un padre maltratador, una madre que también buscaba su identidad y una abuela que, afortunadamente, cree en él. Construir tiene mucho de descubrimiento siempre, la vida de Reggie tuvo esa dificultad, que fue levantándose con el talento que el piano le fue regalando. Es una lección de vida que todos deberíamos ver, en especial los homofóbicos que van quedando, para que vayamos entendiendo que el talento y el sentimiento cuando se unen son capaces de crear las cosas más bellas que nuestros tiempos disfrutan.

Saludos a todos

Bonus Tracks
4. - Trailer

 

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