La melodía siempre ha estado en mi cabeza, desde mi infancia... y cuando la obra de teatro La negra Ester, apareció en Chile, comenzaron a sonar en un clarinete las notas de La Vie en Rose, nuevamente.... con un tono más cercano al charleston y a los fox trot del esplendor del puerto de ese Valparaíso con olor a pipeño.
Pero esa voz inigualable de Piaf... posee un efecto mágico de teletransportación, la misma Marlene Dietrich lo indica... es el sonido del bandoneón, de los organillos y la voz de Edith Piaf los que nos conducen por París, como ese disco que sonaba en la estación de metro cuando Amelie caminaba, el cine se ha encargado de dejarnos la impronta de esas voz en la banda sonora parisina.... casí como el aroma y el paisaje... por lo que recuperarla completa, para mi generación que no tuvo la dicha de conocerla en persona es recuperar el pasado, la esperanza y el color.
El recuerdo del hambre y la soledad, en que una niña que andaba de casa en casa, por la pobreza de sus padres... calmó la sed con su canto callejero, el más noble y el que cala más hondo... esa música que más de alguna vez ha detenido nuestro caminar raudo, mirando el suelo, como esas voces que retumban en nuestro corazón erizándonos la piel... así es el timbre de la Mome... y así comenzó a cautivar a Louis Lepplê (el sagrado Gepardieu... ícono del cine francés) quien cree en ella y la lleva a sus primeros escenarios.
Y la vida va y viene, como para todos nosotros... a veces realmente en color de rosa, cuando amamos, cuando abrazamos, cuando nos reímos, en esos momentos en que somos felices por el color del cielo, del sonido del mar, de la risa de los hijos, de estirar la mano y sentir de cerca que no estamos solos... el amor nos llena de colores y le canta a la vida. En la Vie en rose, la vida de Edith se pasea, y regresa para contarnos algunos de sus episodios influyentes... como mirarse al espejo y descubrir que las caras han cambiado constantemente como si otros actores se enrolaran en nuestros cuerpos... así la imagen de una niña abandonada pero siempre amada, esa adolescencia difícil, esa superestrella orgullosa, y esa mujer enamorada sean la misma y a la vez otra mujer que pasea por ese mareado vaivén del escenario.
Las luces de neón aparecen lentamente... es el Olympia de París, el teatro mítico que la recibe para dejar el fantasma que ronda en parís... en una voz que desde La Pere-Lachaise sigue sonando con un sonido que parece triste, sin imaginarme que pese a una vida tan especial, triste y enamorada, dijera con esos ojos marcados por la pena que.... Cuando me toma en sus brazos, me habla bajo todo. Veo la vida en rosa, me dice de las palabras de amor. De las palabras de todos los días Y yo he hecho algo. Ha entrado en mi corazón, Una parte de felicidad De que conozco la causa, es él por mí,
Bonus Tracks
1.- Página en IMDB
2.- Comentarios en Filmaffinity
3.- Sobre Edith Piaf
4.-Página de la película
5.- Trailer
6.- Padam padam por Edith
7.- La tumba de Edith Piaf
2 comentarios:
Un hermoso comentario de cine has hecho aquí, amigo. Una mezcla delicada de amor por el cine, por la poesía y por la vida.
La película a mi también me encantó, así que tus palabras tienen total acogida en mi propia visión del film.
Felicitaciones y saludos.
Hay Dios mio, Edith Piaf, y su Padam...Padam, se me pone la carne de gallina. Excelente trabajo (como siempre). Saludos!!!
http//:pablocine.blogia.com
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