Qué duros tiempos, el ángel ha muerto,
los barcos dejaron el puerto.
Tiempo de amar,de dudar, de pensar y luchar,
de vivir sin pasado.
Pero el candombe no olvida,
y renace en cada herida
de palo del tambor, con alma y vida*
(Alfredo Zitarrosa)
Raúl Silva Henríquez en Chile creyó en esa palabra, pensaba que era símbolo de paz... era la idea del perdón cristiano y en cierta medida un poco de justicia también, pero esa palabra se convirtió en el manto más oscuro que terminó de empañar la verdad. El decreto ley 2191 o mejor llamado Ley de Amnistía en Chile que favorecía a los autores, cómplices o encubridores de delitos durante el Estado de sitio, entre el 11 de Septiembre de 1973 y el 10 de Marzo de 1978, siempre que no se encuentraran sometidas a proceso o
condenadas sembró el destino de los casos que no se investigaron de ejecutados y desaparecidos en Chile, una ley de la cual uno no puede estar orgulloso.
Así como en Chile, en muchos países se han dictado leyes del mismo tipo que permiten que asesinos y cómplices aún circulen mimetizados con la normalidad por nuestros días... esos son los momentos en que la memoria comienza a oxidarse y el tiempo se encarga de llenar de arena los gritos perdidos.
Desde el medio del desierto la voz de un ciego Gumar Abtacha (Khayar Oumar Defallah) clama un nombre que después de unos minutos regresa, es el nieto Atim (Ali Barkay), ambos se sientan a oir en la radio las últimas noticias de Chad, despues de tantos años de guerra civil es hora de un poco de paz, al encender la radio comienzan a escuchar la declaración de la Comisión de verdad y reconciliación, en ella se contabilizan los muertos y la cantidad de culpables, y la sentencia que se hará para todo lo que ocurrió es una amnistía general para ambos bandos... aplicar como en otros países el manto del olvido para "mirar hacia el futuro", para Atim esta resolución implica que su padre asesinado en esos días nunca tendrá justicia... Gumar desilusionado también encuentra que es hora de ir a Yamana, la ciudad capital, y hacer la propia justicia con el asesino del padre, después de que lo haga se reencontrarán Abuelo y nieto en el desierto con la satisfacción de lo justo.
Nassara (Youssouf Djaoro) se llama el asesino ahora tiene una panadería y reparte pan a los niños mendigos del barrio, como si de algún modo tratara de pagar las culpas de todo lo que ha realizado. En ese contexto conoce a Atim que desde sus ojos fulgurantes por el odio rechazan su pan. Nassara un poco extrañado por la situación decide que Atim entre a trabajar con él. Sin saber que el deseo de justicia de Atim le hace traer todos los días una pistola para invocar el nombre del padre, Nassara se ha encargado pacientemente de enseñar toda la técnica y el arte que se requiere para hacer el pan. Poco a poco el viejo, con la conciencia siempre triste, ha encontrado en Atim una persona en quien confiar, el negocio y algo de paz.
Pero Atim, pese a todo lo aprendido y el amor sentido sabe que la figura de su padre es más poderosa, pese a que el asesino no es la misma bestia de la guerra civil el pasado lo condena y debe pagar más que lo que la cicatriz del cuello le ha dejado de estigma para el resto de sus días. Son esas extrañas situaciones que traen los días de paz, cuando dejamos de estar alertas y la irracionalidad se diluye entre las personas, son los momentos en que el viento del desierto comienza a soplar más fuerte con una intensidad que desorienta lo que fue bueno y lo malo. Yo me quedo con la idea de siempre de que sin perdón no puede haber olvido... ¿pero Atim, podrá perdonar?...
Saludos a todos.
Bonus Tracks
1.- Película en IMDB
2.- Comentarios en Filmaffinity
3.- Daratt en Patio de Butacas
4.- Trailer
5.-
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