miércoles, 1 de abril de 2020

EL FARO

Si la muerte palidece con un terror agudo 
haz de las cuevas del océano nuestro lecho, 
y que Dios quien oye a las olas golpear, 
se digne a salvar a nuestra alma suplicante. 
¡Por cuatro semanas! 
 (Thomas Wake)

Estamos en tiempos de calmadas tempestades, épocas que sólo habíamos visto en libros de historia, inmóviles, detenidos con una incertidumbre del futuro, sin abrazos, con calles temerosas. Ahora que solo nos queda pensar en lo que realmente vale la pena, nos vamos dando cuenta que mucho de lo que hacíamos, a lo mejor no era tan relevante y le dábamos más importancia a cosas que podrían no estar. De a poco como grandes rascacielos los eventos se fueron suspendiendo, grandes torneos, festivales, encuentros que, uno a uno ha ido cediendo al peligro de la cercanía, de tocarse y esparcirse. A pesar de ello hay que tratar de seguir dando la batalla en medio de esta nueva época.


Se vuelve terrorífico el sonido de la grave bocina de los barcos que en medio de la noche se dirigen hacia la luz distante que interrumpe oscuridad, como el grito de un monstruo que avisa que deja en ofrenda dos nuevas almas para calmar el ímpetu asesino de los mares. Ahí en ese islote quedan ellos el viejo y el joven para mantener el faro que alumbra las noches. El viejo (Willem Dafoe) ha estado en ese faro, lo recorre y lo conoce. El joven (Robert Pattinson ) es su primera vez en una isla tan pequeña. Será un mes difícil al lado de un tipo tan autoritario como el viejo que está a cargo.
Las cosas no se vuelven amigables desde el comienzo, cuando al brindis ya queda claro que estamos en presencia de dos personas con genios completamente distintos, los roles han quedo claros de forma desalentadora, el faro es un lugar sagrado en que el joven no podrá entrar, la luz intensa estará disponible sólo para el experimentado viejo. El joven debe hacer aseo, arreglar cosas y servir. Décadas de formas de ver los mundos se están enfrentando entre la superstición del animismo y la incredulidad juvenil.

Ephraim, es el nombre que el joven menciona, para que se le empiece a tratar como persona. Ephraim Winslow, algo que parece normal al comenzar una presentación ahora es un detalle que los días irían desvelando. Lo mismo Thomas, el viejo marinero que terminó en un faro solitario iluminando la noche, lejos del terror del suelo, el mar y las gaviotas. Nada más que eso es lo que hay en un mundo tan pequeño y claustrofóbico, no hay más salida que esperar el día en que el barco viene por ti, a liberarte del oscuro mundo que la furia del mar.
Pero en la historia del faro hay más personajes, además de Ephraim y Thomas, está la traición del mar que entrega caprichosamente langostas y cabezas cortadas. Sirenas que alucinan, gaviotas como almas de los marineros y una locura claustrofóbica, hombres perros, pulpos gigantes, la muerte y la locura. El pasado y la culpa que la consciencia recorre en los escasos metros. 

Cuando los espacios se acortan y el tiempo parece detenerse, es cuando se pone a prueba nuestra capacidad de mirar nuestro interior, tenemos la capacidad (y debemos) de reconocer de lo que estamos hecho, lo que hemos construido y lo que no aún no hacemos. Reconocer lo que hemos hecho mal y lo que por pereza o miedo no hecho. Esperando ese momento en que nuestros barcos nos rescaten, nos saquen del aislamiento hay que tratar de no perder la cordura y procurarse que al volver a la nueva vieja realidad hacer mejor lo que viene. Lo tendremos que hacer así.

Saludos a todos



Bonus Tracks
1.- Película en IMDB
2.- Comentarios en Filmaffinity
3.- The Lighthouse en Wikipedia
4.- Trailer

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