sábado, 4 de abril de 2009

FINAL DE PARTIDA

Como interpretando las señales que la vida da, el llanto que el cello emite cuandos las cuerdas se besan con el arco es lo más cercano que conozco al cariño que hacía mi mamá en mis mejillas cuando lloraba, suena como los pasos de una mujer en medio de la noche, como una línea que gira y no termina de dibujarse sobre un papel blanco, el cello da una melodía que tiene la virilidad de un sollozo de mujer, tiene la pose elegante y siempre deseable de esas caderas maravillosas, una cintura para abrazar un figura erguida esperando ser poseida, suena como vivir y también como despedida...
Es ese sonido que brota del fondo de las conciencias cuando indica que se aproxima una melodía sublime en la novena sinfonía de Beethoven, antes de que esos coros erizen lo pelos, cuando aparecen medio del silencio los cellos y contrabajos susurrando el momento más grandioso que la música del mundo nos ha regalado hasta nuestros días.
El sueño de la vida ha sido cumplido para Daigo Kobayashi (Masahiro Motoki) ser uno de los cellistas de una orquesta en Tokio interpretando la novena sinfonía es un deseo que cualquier músico quisiera lograr, pese a que mucha gente va a la función, no importa para Daigo... aunque la baja en la audiencia logra lo insostenible y la orquesta debe ser disuelta.
El sueño duró poco para Daigo que conoce sus limitaciones y sabe que no es fácil encontrarse con otra orquesta por lo que decide tomar una decisión severa.

El cello debe venderse y volver a Yamagata al norte de Honshu, la gran isla de Japón... volver de los sueños, es como rendirse sin certezas de ser de nuevo, es dejar definitivamente de ser joven, es asumir que la vida va hacia el camino sin retorno. La sonrisa compañera de Mika es fiel y lo sigue a su renuncia, a su nuevo camino sin destino. El pasado de una ciudad que vio con altos techos pareciera ser la misma, los que se quedaron siguen con sus tiendas, los que partieron dejaron sus espacios inmobiles esperando que el polvo del olvido sea removido, en ese mundo llega Daigo y Mika a revivir los espacios infantiles, un aviso en el diario indica el futuro... un trabajo en el que no se necesita experiencia... sólo dar la bienvenida a un nuevo paso.

El trabajo no era turístico, más bien era ser Okuribito, es decir la persona que en despide, en este caso la labor del señor Ikuei Sasaki (Tsutomu Yamazaki) es la de embalsamador de cadáveres, una tarea que asusta a cualquiera, no es gracia alguna ganarse la vida con los muerte, pero saber ser anfitrión es un don que pocos tienen y el señor Ikuei lo ha convertido en un arte. Así lo entendió (después de un tiempo Daigo) quien con la misma ternura que sus dedos frotan las cuerdas ahora se deslizan dando la belleza del movimiento por el frío cuerpo que se despide delante de las llorosas pupilas de los deudos.

Hablar de la muerte es algo que no gusta, no lo queremos e incluso lo odiamos, no deben morir los hijos, tampoco los padres de niños pequeños, tampoco deben morir los buenos pero pasa, ahí aparece una y otra vez por nuestro camino, con la única certeza que llevamos del futuro. No nos gusta la muerte ni quienes conviven con ella... pero ahí está para enseñarnos a vivir, para que abracemos y besemos, para que nos digamos todo lo que nos callamos, para disfrutar de cada latido... en medio de tanta muerte Okuribito (o Departures como la llamaron en Estados Unidos de América) es una película cargada de vida, en que la muerte es cada vez más honesta y más hermosa, no por el maquillaje que Daigo le aplica ni por el hermoso sonido del cello, sino porque es una película de amor verdadero.

Es que la muerte está llena de amor, explota por los poros de un cuerpo vacío que mira al infinito como semilla que viaja al interior de lo que nos queda por vivir, las palabras y gestos reaparecen para recordarnos lo grande que son las personas que tenemos al lado nuestro... que nuestros padres pese a todo son maravillosos, nuestros amigos son libros de sabiduría y nuestros hijos son la llama que ilumina nuestras noches.
Cuando nadie quiere pensar en la poderosa muerte, sale desde las tinieblas como dos luces de un auto que cruza Yamagata Okuribito para recordarnos que no nos debemos enemistar con la muerte porque es más compañera de lo que creemos.

Saludos a todos.


Bonus Tracks

1.- Película en IMDB
2.- Comentarios en Filmaffinity
3.- Página japonesa de la película
4.- Trailer

5.- Joe Hisaishi

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6.- fotogramas

7.- El espejo de Assuwwa dice...
8.- Locación: Yamagata Japón

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3 comentarios:

Anónimo dijo...

Yo tengo esta película como "Violines en el Cielo", la vi junto a mi madre y nos quedamos atentas de principio a fin, nos fascinó.
Excelentes tus comentarios!

Rogolagos dijo...

Gracias Maca
por tu comentario, es cierto ésta película tiene muchos nombres distintos... pero es una gran historia.
un abrazo.

Unknown dijo...

¿Esta película fue filmada en formato de 35 milímetros? Ocupo saber la respuesta urgentemente, agradecería cualquier información. Saludos.