fiel a su destino y a su parecer;
sin tener horario para hacer la siesta
ni rendirle cuentas al amanecer.
Era nuestro perro y era la ternura,
esa que perdemos cada día más
y era una metáfora de la aventura
que en el diccionario no se puede hallar.
(Alberto Cortéz)
Hace cuatro atrás se despertó el amor que tenía dormido por
los perros, en realidad por una perra, Violeta. Una pug igual que todas, aunque
yo cuando la veo la encuentro la más hermosa de todas, no recuerdo en qué
momento la comencé a querer, pero su ternura y amor verdadero, me cautivaron
hasta niveles que aún desconozco en mí. Desde el momento en que me ve llegar y
salta de alegría y seguirme en todo momento por todos los espacios posibles, me
emociona. Cuando duermo y ella está cerca roncando, pero atenta a que me levante
y la siento triste (como yo) cuando me voy… así son estos peludos seres que nos
han acompañado en el camino de la humanidad.
Puede ser por lo mismo que cuando me enteré de que Wes
Anderson haría una película de stop motion de perros, me entusiasmé en lo que
mostraría, hacer películas de perros con la sensibilidad de Hachiko, o cualquier
otra es desgarradora siempre, y nos va a mostrar la intrínseca fidelidad canina,
puede ser el comodín de cualquier historia. Pero acá la cosa es distinta… o un
poco distinta. En Megasaki, Japón; se ha descubierto la gripe canina una
enfermedad peligrosa que puede afectar a las personas. El alcalde Kobayashi
(Ken Watanabe) decide que todos los perros deben irse exiliados a la isla de la
basura. Partiendo como ejemplo con su propio perro Spot.
La isla va alienando a los perros hasta volverlos salvajes
nuevamente, el hambre y la traición hace perder la ternura de siempre, pero un
avión que cae en medio de la isla con un niño de doce años, les hace tener un
poco de sentido al maloliente y hambriento reducto de los perros. Atari
Kobayashi (Koyu Rankin) decide con su infancia a cuestas, robar una avioneta y
dejarse caer en la isla para buscar a Spot, su perro tutor. Para ellos una
pequeña jauría le acompaña King, Duke, Boss, Rex y Chief, el perro callejero. Los
perros en realidad no entienden el idioma humano, que en este caso es japonés,
pero entienden lo importante que es acompañarlo a buscar a ese desconocido.
En realidad eso de la enfermedad de los perros es una
manipulación de la alcaldía para terminar con los perros, de paso ganar las
elecciones nuevamente, en contra del partido científico. Pero la tenacidad de Atari
es más fuerte, tanto así que el camino por la isla tiene un poco de principito
y zorro. En que al final el sabor de una galleta, el cariño de una mano y la
lengua de un perro en el puño son sensaciones que emocionan más cuando uno
realmente ama a los animales.
Hemos creado tiempos distintos, en la infancia recuerdo como
los perros parecían parte del mobiliario de la casa que ahora que son un
integrante fundamental en las familias, los puente de amor y ternura. No son
nuestros hijos postizos y tampoco es que un perro adoptado ame más (o menos)
que uno comprado, simplemente son seres que no entienden de traiciones, de mentiras,
ni de odios. En el universo canino solo
queda seguir, oler ese cariño que está impregnado en nuestra ropa, en nuestra
voz y en ese ladrido bello que emociona cada día de la corta existencia de
nuestros amados compañeros de ruta.
Saludos a todos
Bonus Tracks
4. - Trailer
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