lunes, 20 de mayo de 2013

GIGANTE

A veces se nos olvida que somos nosotros los que escribimos la historia, y podría parecer esto un discurso de un político, pero es cierto. No en cierto sentido y más bien en toda la magnitud de lo que significa ser parte de la historia. No estoy hablando del día en que uno vota por alguien, tampoco cuando se marcha en la calle o se pagan los impuestos, aunque esas tres cosas son tan importantes como lo cotidiano, como cada ladrillo que se coloca, cada pan que se hace y que se come, cada hijo que nace y cada beso que damos. Sin querer el destino nos ha ido colocando en un tiempo y un lugar en el que nos tenemos que desenvolver con lo que nos dan. En el caso de los que nacimos en los setenta nos tocó vivir en el siglo XX fuimos testigo del miedo a la bomba nuclear, del comunismo, de ser pobre y nos horrorizamos ese día de septiembre de 2001 cuando los aviones derribaban rascacielos.
 Lo importante es que los que estamos ahora podemos ir evolucionando en lo que pensamos, en sentirnos de un modo u otro convenciéndonos de que el tiempo siempre cambia, ahora por ejemplo esa extraña idea de que la marihuana sea legal es algo que no parece tan descabellado como hace décadas atrás, para que hablar del matrimonio libre, la educación gratis, una nación mapuche o una Asamblea Constituyente, no parecen ideas sacadas del patio de un manicomio… y la verdad me gusta que esto pase… es señal de que siempre vamos creciendo y entendiendo que vamos por un sendero que el mismo pensamiento humano nos lleva más allá del lugar en que el sol parece esconderse. En días en que se celebra en Chile el heroísmo y el patriotismo (dos conceptos muy peligrosos y mal utilizados constantemente por los políticos), son los momentos en que los mitos, montajes y oscurantismos se pueden vestir de historia y llevarnos a justificar momentos que en el futuro nos avergonzarán.




Un buen ejemplo de esa evolución es la que se va apreciando mientras el tren viaja al estado de Maryland, mientras en el camino los caballos parecen ir luchando desbocados por cercos que no les impiden su libertad. El camino en auto hasta la mansión de los Lynnton va aclarando el detalle de esos corceles que corren por los senderos. Vale la pena lo que le contaron a Bick Benedict (Rock Hudson) de los caballos de Maryland. Así que la compra del semental “Vientos de Guerra” pero así como el negro azabache del caballo, el violeta de la mirada de Leslie (Elizabeth Taylor) es un color tan intenso que no se puede dejar pasar. Así es como Bick Benedict toma el tren de regreso con un caballo negro y una flamante esposa del Atlántico.

Reata, es el orgullo de los Benedict, por tres generaciones han sabido dirigir esa tremenda extensión de territorio poblada de vacunos, en medio del desierto tejano. No está muy claro como se compraron esas extensiones de tierra, pero los nuevos señores "sabían" como tratar a los que le ayudaban, con un sólo grito y los mexicanos obedecían, "si uno no le ordenara a esta gente, no harían nada" decían... por supuesto con un aire superior que la grandeza estadounidense tenía sobre los "espaldas mojadas" como decía Jett Rink (James Dean) uno de los empleados de la hacienda, que a la muerte de la hermana de Bick recibe de herencia una pequeña porción de tierra. Al fin Jett podrá irse de la casa del arrogante Bick, para vivir aunque sea pobre su propia vida independiente.

Pero así como el mundo transcurre el destino ganadero que tanto enorgullece a Texas un día comienza a rugir desde las profundidades para lanzar el líquido negro que cambiaría la historia del estado en un nuevo centro de riqueza. La vida se encarga de darle una lección tras otra al jefe de la familia Benedict, su hijo no quiere seguir la tradición de mantener la granja y se casa con una enfermera mexicana y la vida cambia vertiginosamente en Estados Unidos, la guerra mundial, el petróleo, la mezcla cultural van transformando las ideas, a veces a regañadientes, pero siempre hacia otra apertura... casi como crítica social para algunos que aún creen que los inmigrantes llegan a robarles el empleo, o contaminar sus culturas. Gigante es una larga lección de que al final el tiempo va amoldando a algunos y a otros no. Los cambios que nuestras vidas van generando en la humanidad son tan grandes que no nos damos cuenta cuando ya lo aceptamos como parte de la sensatez y el sentido común. Por ahora puede servir de consuelo para algunos pero siempre estaremos siendo testigos de esa parte de la historia que cambiamos todos los días.

Saludos a todos


Bonus Tracks
1.- Película en IMDB
2.- Comentarios en Filmaffinity
3.- Giant en Wikipedia
4.- Trailer

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