Volver no es fácil, lo que se vuelve cotidiano por años, en algunos momentos se convierte en una especie de esclavitud que puede confundir lo que uno quiere con lo que parece obligación. Algo así me pasó en el último tiempo con este blog. Así comienzan a surgir las preguntas que van rondando la vida, por ejemplo en estos seis años de publicaciones, han sido también seis años iguales en todos los aspectos, trabajo, poco amor, mucho cine, mucha música y no tanta lectura. Con el paso de la edad te vas dando cuenta que el personaje que interpretas todos los días se cansa de la verdadera persona, esa que llevamos dentro y que soñamos con proyectar. Por lo mismo (y otras urgencias) decidí parar el 2013 y escribir realmente cuando tuviera ganas, no ser prisionero de los directores y tratar de ser más sensible a los momentos vividos, como en algún momento pensé esto. Es que en la vida siempre he querido ver cosas y cuando no las encuentro las trato de inventar...por algo comencé a escribir esto.
Así a lo largo del tiempo y después de una conversación hace un par de días en Buenos Aires he decidido volver, será que despertarme unos cuantos días mirando el sol salir desde el Río de la Plata para después iluminar el cementerio de la Recoleta fue lo que me llevó a dar el empujón para volver a este lugar.
Ser persona es algo que trasciende más allá de lo que hacemos entre nacer y morir, por lo mismo pareciera ser que la vida así como un camino es una película y está armada en esos treinta y cinco milímetros que nos limitan, como si lo que no estamos mirando ahora no estuviera dibujado aún. como si lo que está detrás de mi no existiera y sólo importara lo que veo en frente y esas manchas difuminadas de los costados... así parece ser el escenario, y nosotros cada uno un personaje distinto, y así como ellos somos una mentira constantemente, una ficción por la que hemos decidido armar nuestras decisiones. Las recatadas han decidido no ser putas y viceversa. Los intelectuales han decidido no ver las mismas cosas que el mundo común y los serios reirse lo menos posible. Pero en el fondo esos personajes a algunos les calzan mejor que a otros, lo que no quiere decir que otros a quienes creeríamos todos sus argumentos en realidad son otro más de la farsa que creamos en nuestras ciudades.
Es que las circunstancias nos van colocando a pruebas en cada momento dentro del existir y eso lo he ido comprobando en estos meses de ausencia bloguera, el espectro de personas que estamos buscando respuestas nos lleva por sitios inexplorados y personas que parecen tener la razón, creyéndose capaces de cambiarnos los senderos. La guerra por ejemplo hasta hace unos días la he visto como la expresión de las bajas frecuencias en un taller de activación de la glándula pineal y también me la encontré como justificación de las peores atrocidades de Chile. Pero aún así la guerra para mi es el sendero más oscuro por el cual nuestros personajes se encuentran con la vida sin piel.
Esa pesadilla que cada mañana parece ser el momento en que el despertador suena para enfrentarnos a otro desafío es lo que nos devuelve a la realidad, el problema es cuando el sonido de lo que creemos cotidiano se convierte en algo peor que lo que uno vive en las pesadillas, como el sonido intenso de unos ventiladores que parecen emular las aspas de un helicoptero para despertar ahora con plena conciencia y mirar hacia afuera y descubrir la realidad... Saigón... ya es algo desalentador. A veces estar en la guerra pareciera ser algo tan lejano a la muerte, en especial cuando tienes toda la fuerza de tu lado, el tiempo dijo que eso no era lo más importante.
Ahora Vietnam es un lugar turístico, en que los túneles de antaño son parte de los atractivos del lugar, pero el infierno verde aún parece tener el olor de ese azufre de los años sesenta. En el universo de Scorsese el escenario deja de almumbrarse de escenas patrióticas y lastimeras de lo bueno o malo que sea la guerra. Simplemente es un estado de locura frenética que tiene la velocidad de un proyectil sin retorno. Saigón está ahí para buscar algo de redención. La cordura se queda en un cajón perdido dentro de la casa de los padres para viajar al interior del odio, a lo mejor ni siquiera se necesita el cuento de la patria para tener el dedo en el gatillo sólo una dosis de adrenalina y estar dispuesto a crear un nuevo personaje en el cuerpo que habitas.
Por eso la sensación desilusionante de descubrir que en realidad vives en la pesadilla de Saigón es lo que lleva al Capitan Willard (Martin Sheen) por estos tortuosos caminos a la extraña misión de asesinar, bueno... asesinar es lo que se hace en la guerra... pero ahora es matar a un compatriota. al Coronel Kurtz (Marlon Brando) que se encuentra perdido en algún lugar de Camboya enloquecido como dirigente de un ejercito con nativos como un nuevo mesías, para ello hay que internarse por el interior del río Nung hasta encontrarse con el delirante militar.
Pero la cosa en la guerra no es apta para cuerdos y la frontera entre el narcicismo ególatra de Kurtz y la cautela de Willard es sólo una ladera del río. El viaje hacia el interior va mostrando como la locura total de la muerte. Las personalidades se empapa del olor del napalm y la sensación de inmortalidad del Coronel Kilgore (Robert Duvall) y el paso de un estado de testigo a cómplice de la locura va transformando a Willard en una nueva persona.
¿Qué tiene de heróico estar en la guerra? al avanzar por el río la cosa se vuelve en cada momento más extraña, desde una batalla entre surfistas al son de las walkirias de Wagner, o un espectaculo de conejitas Playboy para la ejército en el interior del río, batallas en un puente sin alguien al mando, una comunidad francesa que se había asentado de los tiempos de Indochina. Subir río arriba es un proceso mental, como el que Aguirre tomaba mientras buscaba la ciudad de El Dorado por Herzog. El río va creando un nuevo personaje en Willard, atrás queda el alcohólico y va apareciendo el sicario. Cada documento y cada testimonio le obliga a cumplir su misión de terminar con el delirio de Kurtz.
Ahora que las noticias confirman que el lider de una secta se suicidó en el Cuzco, creyendo ser un dios... o hacer creer a otros que era divino para conceder favores sexuales, me siguen convenciendo de esa pérdida de la realidad que vamos creando. A veces el ego es nuestro peor enemigo. Nos hace creer que nuestro personaje es más real que lo que vestimos y nos puede hacer daño.
La vida está llena de momentos sin sinceridad en que nos podemos perder por las sendas más oscuras de un río hasta llegar a algo peor que el infierno... hay que tratar de soltar las amarras y tirar el libreto de vidas fingidas... asi ser más libres
Saludos a todos
Bonus Tracks
1.- Película en IMDB
2.- Comentarios en Filmaffinity
3.- Apocalypse Now en Wikipedia
4.- Trailer
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