martes, 10 de enero de 2012

ANDREI RUBLEV


Paso por un pueblo muerto
Se me nubla el corazon
Aunque donde habita gente
La muerte es mucho mayor
Enterraron la justicia,
Enterraron la razón,
Y arriba quemando el sol.
 (Violeta Parra)

El artista, el bueno, siempre ha llevado consigo su historia, es protagonista y testigo del momento en que vive, se compromete e incluso es capaz de morir por lo que crea. En ese sentido Violeta Parra en Chile fue clave a la hora de abrir los ojos a las injusticias que vio y que aún siguen presentes. Ser testigo es una oportunidad que nos regala la historia para poder hacernos parte de ella, desde la forma más burda (votando) hasta la más comprometida que es luchando para que lo que no nos parece se convierta en lo que queremos que sea. ¿De qué sirve ocupar espacio en el planeta, si no se ha hecho nada para que las cosas sean mejores?, no se trata sólo de dejar hijos, más bien es crear conciencia de que debemos caminar hacia ser más libres, más justos y más fraternos.


Hay éxitos momentáneos, Yefim (Nikolay Glazkov) lo supo después de su viaje en globo, calentó aire y lo logró, pudo ver desde los aires lo que nunca nadie había podido ver en la Rusia del siglo XV aunque su aterrizaje fue mortal, la vida pudo más que la muerte. Así como si fuera una historia distinta tiempo después la lluvia, hace que lleguen a un refugio tres sacerodotes Danil (Nikolai Grinko), Cirill (Ivan Lapikov) y Andrei Rublev (Anatoli Solonitsyn) al entrar se encuentran con un bufón que se burla del Estado y de la iglesia, hasta que en algún momento los soldados "dateados" por Cirill, llegan a buscar al rebelde comediante que ha dejado en verguenza a los boyardos. Tiempo más tarde Cirill se encuentra con Teófanes el Griego (Nikolai Sergeyev) con quien después de una conversación le pide que lo mande a buscar al monasterio para que le acompañe a pintar íconos en Moscú.

Pero un día nevado llega desde Moscú una solicitud del propio Teófanes el Griego, solicita que un monje lo acompañe en la pintura de sus íconos y para celos de Ciril, el joven Andrei ha sido el elegido para que le acompañe en la nueva tarea de pintar el mundo cristiano en una época en que las transformaciones comienzan a volverse parte del cotidiano. En la antesala del paganismo, Andrei comienza a ser parte de la nueva Rusia que se avecinaba, el cuerpo desnudo, el fuego en el agua, el barro y los apntanos son elementos que se van esculpiendo de forma distinta, no hay similitud en el Nazarín de Buñuel, y la pasión está cerca y el infierno y el castigo son elementos que le incomodan al pintor. El vasto territorio ruso lleno de fríos y soledades se convierte en un muro entre la Europa renacentista y el mundo mongól que toma pista libre para que lleguen los tártaros hasta occidente y con ellos la verdadera muerte de lo que se conocía. La invasión está llena de traiciones, de los mismos príncipes rusos mientras Andrei es testigo de la muerte en Vladimir a manos de los tártaros... tanta muerte le roba la palabra al pintor por lo que decide hacer un voto de silencio.

Pero hay que volver a salir adelante y tener fe, han muerto tantos, pero pese a los ojos rasgados de los nuevos jefes, hay una necesidad de empezar de nuevo, el barro y el fuego siguen presentes y en el aire el polen anuncia cambios, no importa quien llegue Rusia seguirá siendo cristiana, seguirá teniendo fe y se pondrá en pie de nuevo. Andrei es testigo nuevamente de como el simple pero inmendo ideal de reconstruir la campana se convierte en un desafío total, no sólo para el joven Boriska (Nikolai Burlyayev) hijo del herrero que fabricó las anteriores también para todo un pueblo diezmado.

El mundo de Andrei Rublev que Tarkovsky plasmó en la monocromática historia, parece no cumplir más que con ciertos episodios aislados de lo que le tocó vivir, pero en el contextode una Union Soviética que pone al cineasta como testigo de otra sociedad que vivía en torno a una idea de mundo que desconfiaba de otras ideas. Andrei Rublev ahora en colores habla por las miradas que sus íconos muestran, desde la Santísima Trinidad y la inmortalidad de sus murales sagrados esparcidos por Rusia hacen que el monje que vivió en carne propia la sangre, el hambre y la muerte hicieran de lo divino un lugar en que el talento sobrepasó el color de los muros y se convirtió en un mensaje que grita, seguimos acá tan rusos como siempre, poniéndonos de pie nuevamente... esa es la idea.

Saludos a todos.




Bonus Tracks
1.- Película en IMDB
2.- Comentarios en Filmaffinity
3.- Andrey Rublyov en Wikipedia
4.- Escenas

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