Los rostros eran pálidos en el momento en que James Hamilton hablaba en el programa de televisión "Tolerancia cero", en un testimonio valiente fue capaz de denunciar a la justicia que uno de los curitas más venerados de la iglesia católica de uno de los sectores acomodados de Santiago lo había violado reiteradamente en su infancia y adolescencia. ¿Quién podía creer que Fernando Karadima podía ser un pedófilo?, si hasta le grababan sus homilías en las misas para que en el futuro de seguro lo beatificaran. Cuando aparecieron los primeros rumores de que José Murillo, James Hamilton y Juan Carlos Cruz se querellarían contra el gran párroco de la Iglesia Sagrado Corazón de El Bosque por abusos sexuales, las viejitas fueron a defender en masa la horrible ofensa que habían inventado esos tres locos... así la causa fue cerrada por el juez Leonardo Valdivieso. Pero el Vaticano en su investigación declara al sacerdote culpable del abuso de menores y de abuso de autoridad. Para vergüenza de la justicia chilena (si es que le queda algo de eso) después de la sentencia vaticana se ha vuelto a tomar el caso... por supuesto con todo el resguardo posible para que no salpique mucho en algunas personas, pero cuando ocurre eso pasan cosas peores, porque empiezan a llegar correos anónimos a los mismos periodistas de Tolerancia Cero indicando que ellos si sabían cosas, pero que nunca habían denunciado.
Algunos son capaces de poner en la balanza lo que han logrado sin importar mucho los escrúpulos de como se consiguen las cosas, o han sido capaces de hacer vista gorda a los escándalos por seguir manteniendo los privilegios lo más inmóviles posibles.
A veces volver a la casa de los padres no es algo que pronostique un buen momento. Los recuerdos de infancia a veces son más complicados de lo que uno cree. Así es como por el camino a la vieja casona, ahora convertida en hotal Christian (Ulrich Thomsen) va pensando en el reencuentro con su familia. Mientras el va por la orilla del sendero pasa su hermano Michael (Thomas Bo Larsen) que también va camino a la casa, así como ellos llega su hermana Helene (Paprika Steen), con lo que casi queda completo el reencuentro de los hermanos Klingenfeldt. Digo casi porque su hermana gemela de Christian hace un tiempo se quitó la vida en el mismo hotel comenzando el desmoranamiento de la familia y la pena de los padres. Pero ahora el motivo de la reunión es menos triste porque Helge (Henning Moritzen) el padre de la familia cumple sesenta años.
Sus amigos y familiares también llegan al evento, sin duda un gran banquete lleno de signos y recuerdos de la hermana muerta y de la infancia. En medio de los discursos Christian indica que tiene dos discursos preparados uno verde y uno amarillo y le pide a su padre que elija uno de ellos al azar para que él le de lectura. El padre elige el verde sin saber que elegiría su destino con eso. Así es como comienza el discurso "cuando papá se bañaba" (vean el video que agregué al final)... ahí comienza a contar anecdotas de sus hermanas. Pero lo mas importante era que cuando se iba a bañar llamaba a sus hijos mellizos cerraba el pestillo y los desnudaba para violarlos a ambos hijos, en medio del discurso un silencio frío inundó la sala, y el estupor de las palabras fue terrible... pero no calmó el hambre, pese a sus quemantes declaraciones la cena siguió y los elegantes invitados hicieron tal como si nada pasaba. Christian no aguanta más y trata de irse de la mesa (y de la fiesta)... pero... ¿esa es forma de dar una batalla por la verdad?.
La fiesta pese a la "majadería" de Christian trata de seguir en pie, el maestro de ceremonias (Klaus Bondam) intenta continuar la celebración, pero poco a poco las verdades son más grandes y la cosa empieza a ser imposible de ocultar, mientras que Michael trata de esconder y expulsar a Christian del cumpleaños. Este regresa una y otra vez al lugar. Así como los mismos que tratan de esconder las verdades, los cómplices son tan culpables como los ejecutores... esos que después dicen que "sabían" que estaban pasando cosas y no fueron capaces de denunciarlas ni hacer algo para que se detuvieran. Esos son tan detestables como los violadores. En ese ambiente de dolor a los abusados su rabia se convierte pena, y su pena en la incomprensión del mundo que les rodea hace que sean valientes. Ellos saben como James Hamilton que serán más las puertas que se cierran, que existirá más gente que quiera echarlos a patadas de su estilo de vida que capaces de defenderlos. Así como muchos de esos acomodados que dejaban que sus hijos estuvieran con el sacerdote violador, porque es importante ser reconocido en el ceno de la comunidad eclesiástica. Donde las misas se convierten en el evento social más importante de la semana, donde tan importante como ver a Dios es dar la señal de estabilidad espiritual, económica y familiar ante los pares.
Así estuvimos por siglos celebrando lo que habíamos logrado mientras por debajo de las grandes mesas de los banquetes, los violadores y pedófilos se encargaban de destruir la vida de las personas, mientras algunos veían como esos adultos pasaban sus manos por los niños, como ese profesor besaba a sus alumnos, como ese curita salía de paseos "espirituales" con los jóvenes o como el guía espiritual de los seminaristas se encerraba a solas (y con llave) con los jóvenes, así muchos casos que aún no conocemos que pueden haber ocurrido en las fuerzas armadas, el deporte y la vida cotidiana hacen que el discurso que Thomas Vinterberg narra en Festen. Junto con ser uno de los emblemas del interesante movimiento Dogma 95 (que alguna vez dedicaremos en forma especial) se convierta no sólo en una película inolvidable, sino que también en una historia necesaria que siempre merece ser recordada, por el bien de los niños y las víctimas de la pedofilia que merecen todo el apoyo que podamos brindarles.
Saludos a todos.
Bonus Tracks
1.- Película en IMDB
2.- Comentarios en Filmaffinity
3.- Festen en Wikipedia
4.- Trailer
5.- El discurso del hijo que deja frío a cualquiera
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