cuellos rotos, negras plumas de cormorán,
que tiemblen los semáforos, las radios callen
y se derrumbe la ciudad.
Puede que te saque de mis brazos
tu marido o el despertador,
que te interrumpa el desayuno
el vuelo de un B-52.
Ismael Serrano
Es cierto, de un momento a otro dejé de escribir más seguido que antes, eso no significa que el cine tomara menos importancia, al contrario siempre me suena en la cabeza esas palabras que Ferrand le dice a Alphonse en La Noche Americana. "En las películas hay más armonía que en la vida". En realidad era Truffaut vestido de Ferrand y Jean-Pierre Léaud como Alphonse en el momento en que parecía todo venirse abajo en la historia.
¡Vaya que razón tenía Truffaut en ese consejo!, porque a veces de tanto cine creemos que la locura sólo está protegida en las rejas de los internados... a veces está más cerca de los que creemos y el alma se sorprende cuando el espanto se vuelve cotidiano. Ahora que las imágenes de la dictadura se vuelven series de televisión y ese nublado mundo que en los años ochenta vivimos se convierta en una teleserie de sicópatas viñamarinos es cuando uno se olvida de que lo irracional puede existir y lo que parecer ser lo claro, lo correcto y lo directo disfrazan otros sentimientos más oscuros.
Barbara Becker (Fanny Ardant) trabaja para el señor Vercel en su corredora de propiedades. El destino la coloca entre el asesino o el inocente, tiene dos opciones creer en su inocencia y defenderla o declarar en contra, prefiere la primera. Con todo lo que eso significa jugar todas las fichas para que las cosas resulten... En momentos de traiciones y desgracias personas como Barbara son las que hacen creer entre tanta tiniebla hay luces que aún pueden iluminar los caminos. Ahí cada palabra mal dicha, cada gesto va demostrando la verdad, las envidias y las intenciones ocultas.
El agua turbia con el tiempo va decantando lo que se trata de remover en este caso, con un cine negro en plenos años ochenta, Nestor Almendros fotografía la última película de Francois Truffaut, en un blanco y negro como de los años cincuenta. Ahora que él gran director no se encuentra, sirve de consuelo ver como al menos en el cine a veces hay justicia. Cuando uno parece vivir en instantes de extrañas fantasías. Este año será el segundo decenio de la partida del director del amor, el cinéfilo absoluto y el revolucionario traductor que convertía las emociones en luz, la vida en besos y las palabras en colores. Ahora que tengo nostalgia del futuro, espero que las historias vividas tengan finales como los que Truffaut le regaló al cine.
Saludos a todos
Bonus Tracks
1.- Película en IMDB
2.- Comentarios en Filmaffinity
3.- Vivement dimanche ! en Wikipedia
4.- Trailer
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