domingo, 5 de enero de 2014

LA HISTORIA DE ADELE H.

Tanto que me decía la gente: 
«Gavilán, gavilán tiene garras». 
Y yo sorda seguí monte arriba, 
gavilán me sacó las entrañas. 
En el monte quedé abandonada; 
me confundan los siete elementos. 
Ay de mí, ay de mí, 
ay de mí, ay de mí. 
De mi llanto se espantan las aves, 
mis gemidos confunden al viento, 
ay de mí.
(Violeta Parra)

Amar no es lo mismo que querer, lo primero es un sentimiento lo segundo un deseo y se vuelve peligroso cuando algunos creen que querer es sinónimo de amar, en especial cuando no es algo correspondido... me ha tocado escuchar y ver como hace unos días un tipo le manda mensajes de amor a una colega, creyendo que con eso la enamorará o por último la excitará. Por el contrario tanta insistencia (de un tipo casado) con ella ya va por senderos en que las alucinaciones propias del querer lo pueden confundir.




Esa fue la historia que Truffaut nos contó hace ya bastantes años en el Diario íntimo de Adele H., mientras un barco llega a Halifax, una joven con un nombre que inventó logró pasar las aduanas e instalarse en una pensión como la señorita Lewly (Isabel Adjani), que hace una joven francesa en una de las islas canadienses en esos días, cuando cruzar de un océano a otro era algo dado sólo a aventureros o militares. Pero el caso de Adéle Lewly era algo más noble, simplemente lograr que el Teniente Pinson (Bruce Robinson) se volviera a enamorar de ella. Alguna vez en otro lugar él se interesó en ella, pero el destino, el tiempo y la negativa de su famoso padre lo impidieron. Así para el teniente el tema pasó a ser un capítulo olvidado de los tantos amores que vendrían.


Pero en realidad la señorita Lewly tenía otro nombre, es que no era fácil llevar el apellido Hugo en esos tiempos en que su padre era el escritor vivo más importante del mundo. Ya había fallecido su hija mayor y Adéle se escapaba en búsqueda de un amor por extrañas tierras. Desde ahí comenzó a realizar uno y otro intento por recuperar el sentimiento perdido del teniente sin mayores resultados. A pesar de que su diario de vida y las cartas que envió a sus padres contaban más de una bella historia de amor que su imaginación quería creer que lo que la realidad le enrostraba con mayor severidad. Mientras las cartas a sus padres mencionaban su matrimonio y vida de casada, la realidad era una bastante cruel y desalmada.
En el amor todos creemos entender signos como demostraciones de sentimientos que a veces no son las que corresponden a lo que se cree, Adéle lo vivió hasta llevarla en la locura cegadora. Por el desamor poetas han caminado hasta el mar, cantantes se han dado un tiro en la cabeza y han caminado ciegas por las calles de Barbados. ¡Qué importante es ser sinceros en lo que sentimos! y no dejarnos llevar solamente por lo que el estómago y el corazón hacen, a veces hay que salirse del personaje que encarnamos y mirarnos desde el exterior para contarnos nuestra historia y descubrir que tan patéticos podemos llegar a ser por amor. La vida de Adéle Hugo se convirtió en una obsesión y al mismo tiempo en su propia destrucción. Por eso hay que usar el corazón y la razón para guiar nuestras propias historias y cambiar el egoista querer por el bondadoso amar.

Saludos a todos
y un gran 2014.

Bonus Tracks
1.- Película en IMDB
2.- Comentarios en Filmaffinity
3.-L'Histoire d'Adèle H en Wikipedia
4.- Trailer

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